domingo, 1 de agosto de 2010

¿Moral animal?

[En estos tiempos cuando el interés por cuestiones medioambientales o por el maltrato a los animales, y más recientemente sobre la posible abolición de las corridas de toros en Cataluña, se nos vislumbra que las inquietudes morales de nuestras sociedades actuales han sido ampliadas, no se quedan adscritos a nuestra nacionalidad (los Derechos Humanos), sino que también sale de los límites de nuestra propia especie Homo sapiens (los derechos de los animales). Esto, me trae a la cabeza un texto de Kropotkin, publicado en su libro La moral anarquista, que habla sobre esta posible extensión moral. Aquí os lo reproduzco:]

La idea del bien y del mal no tiene pues nada que ver con la religión o con una mística conciencia. Es una necesidad de las especies animales. Y cuando fundadores de religiones, filósofos y moralistas nos hablan de entidades divinas o metafísicas, no hacen sino refundir lo que las hormigas y gorriones practican en su pequeña sociedad.

¿Es esto útil para la sociedad? Entonces es bueno. ¿Es perjudicial? Entonces es malo.

La idea puede ser extremadamente limitada entre animales inferiores, puede ampliarse entre los animales más avanzados; pero su esencia es siempre la misma.

Entre las hormigas no va más allá del hormiguero. Las costumbres sociales, las normas de buena conducta sólo son aplicables a los individuos de aquel hormiguero, no a los demás. Un hormiguero no considerará a otro perteneciente a la misma familia, salvo que circunstancias excepcionales, como una enfermedad común que afecte a ambos. Así mismo, los gorriones de los Jardines de Luxemburgo de París, aunque se ayudarán mutuamente de forma conmovedora, lucharán hasta la muerte con otro gorrión de la Plaza Monge que se atreviera a aventurarse en su territorio. Y el salvaje considerará a un salvaje de otra tribu como un individuo al que no se aplican los usos de la propia. Es incluso admisible venderle, y vender es siempre robar más o menos al comprador; comprador o vendedor, uno u otro está siempre «vendido». Un chukchi considerará un crimen vender a los miembros de su propia tribu: a ellos les dará sin nada a cambio. Y cuando el hombre civilizado, comprenda al fin las relaciones que existen entre él mismo y el más simple papú, relaciones estrechas, aunque imperceptibles a primera vista, ampliará sus principios solidarios a todo el género humano, e incluso a los animales. La idea se amplia, pero el fundamento sigue siendo el mismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario