domingo, 10 de octubre de 2010

El lugar del anarquismo en la Ciencia moderna

[Como apoyo al grupo Stirner y a Krates en su ataque a los primitivistas y neorruralistas que desprecían el progreso científico, Kropotkin reviso en 1913 el texto original de Ciencia moderna y anarquismo publicado inicialmente por el año 1901 en francés y en inglés, casi a la vez. En este libro el teórico anarquista, y también científico, defiende el método científico como parte de la teoría y la práctica dentro del Movimiento Libertario. La Ciencia en sí forma parte del anarquismo, y no es su enemiga, como ahora quieren darnos a entender algunos ignorantes. Aquí os pongo una pequeña parte.]
El anarquismo es una concepción global basada en una explicación mecánica de todos los fenómenos, que abarca todo el conjunto de la naturaleza; es decir que incluye la vida de las sociedades humanas y sus problemas económicos, políticos y morales. Su método de investigación es el de las ciencias exactas de la naturaleza, y, si pretende ser científico, toda conclusión a la que llegue ha de verificarse por el método con que deben verificarse todas las conclusiones científicas. Su propósito es elaborar una filosofía sintética que abarque en una generalización todos los fenómenos de la naturaleza, y, en consecuencia, también la vida de las sociedades.

Por consiguiente, es natural que el anarquismo dé nuevas respuestas a la mayoría de las cuestiones de la vida moderna, y adopte con ellas posición distinta a la de todos los partidos políticos, y en cierta medida todos los partidos socialistas, que aún no se han liberado de las historias metafísicas de la antigüedad.

Por supuesto, la elaboración de una concepción del mundo mecánica y completa no ha hecho más que empezar en el campo sociológico; es decir, en la parte que trata de la vida y la evolución de la sociedad. Pero lo poco que se ha hecho posee sin duda un carácter marcado, aunque a menudo no del todo consciente. En el campo de la filosofía del Derecho, en el de la teoría de la moral, en la economía política, en la historia, tanto de las naciones como de las instituciones, el anarquismo ha mostrado ya que no se contentará con conclusiones metafísicas sino que buscará constantemente una base en el reino de las ciencias de la naturaleza.

Lo mismo que las concepciones metafísicas del Espíritu Universal, o de la Fuerza Creadora de la Naturaleza, la Encarnación de la Idea, el Objetivo de la Naturaleza, la Humanidad (concebida con una existencia espiritualizada independiente), etcétera, lo mismo que barrió todo esto la filosofía materialista de hoy, y los embriones de las generalizaciones que se ocultan bajo estos términos nebulosos se están traduciendo al lenguaje concreto de las ciencias naturales, así procedemos nosotros al abordar los hechos de la vida social, también aquí intentamos barrer las telarañas metafísicas, y determinar qué generalizaciones en embrión pueden estar ocultas, si las tras tantas palabras confusas.

Cuando los metafísicos intentan convencer al naturalista de que la vida mental y moral del hombre se desarrolla de acuerdo con ciertas «Leyes Innatas del Espíritu», este último se encoge de hombros y continúa su estudio fisiológico de los fenómenos de la vida, la inteligencia, las emociones y las pasiones, con el propósito de mostrar que todos pueden reducirse a fenómenos químicos y físicos. Él busca descubrir las leyes naturales en que se basan. Así mismo, cuando a los anarquistas les dicen, por ejemplo, que todo proceso se compone de tesis, antítesis y síntesis; o que «el objeto de la ley es imponer justicia, que es realización de la idea suma»; o, también, cuando les preguntan cuál es, en su opinión, «el fin de la vida», también se limitan a encogerse de hombros y a preguntarse cómo es posible que en el estado actual de desarrollo de las ciencias naturales puede haber aún individuos anticuados que sigan creyendo en «palabras» como ésas y aún se expresen en el lenguaje del antropomorfismo primitivo (la concepción de la naturaleza como algo regido por un ser dotado de atributos humanos). Los anarquistas no pueden dejarse engañar por frases sonoras, porque saben que tales palabras sólo ocultan o ignorancia (es decir, investigación incompleta) o, mucho peor aún, simple superstición. En consecuencia, siguen su estudio de las ideas sociales y de las instituciones presentes y pasadas según el método científico de inducción. Y al hacerlo descubren, por supuesto, que el desarrollo de la vida social es incomparablemente más complicado e interesante, a efectos prácticos, de lo que nos veríamos forzados a creer de juzgarlo con fórmulas metafísicas.

Hemos oído hablar mucho últimamente del «método dialéctico», que se recomienda para formular el ideal socialista. No reconocemos tal método, con el que nada tiene que ver las ciencias naturales modernas. «El método dialéctico» recuerda al naturalista moderno algo superado hace mucho, algo desechado y felizmente olvidado ya por la Ciencia. Los descubrimientos del siglo XIX en los campos de la mecánica, la física, la química, la biología, la psicología física, la antropología, la psicología de las naciones, etcétera, no se hicieron mediante el método dialéctico sino mediante el método científico-natural, el método de la inducción y la deducción. Y puesto que el hombre es parte de la naturaleza, y puesto que la vida de su «espíritu», tanto personal como social, no es más que un fenómeno de la naturaleza, como lo es el crecimiento de una flor o la evolución de la vida social entre hormigas y abejas, no hay motivo alguno para que cambiemos bruscamente nuestro método de investigación por pasar de la flor al hombre, o de la colonia de castores a una población humana.

El método inductivo ha probado además sus méritos hasta el punto de que el siglo XIX, que lo ha aplicado, ha hecho avanzar la Ciencia más en cien años de lo que avanzó en los dos mil años anteriores. Y cuando en la segunda mitad del siglo empezó a aplicarse este método a la investigación de las sociedades humanas, no se llegó a ningún punto en que se juzgase necesario abandonarlo y adoptar de nuevo la escolástica medieval. Además, cuando los naturalistas filisteos, basando aparentemente sus argumentaciones en el «darwinismo social», empezaron a enseñar: «Aplasta a quien sea más débil que tú, ésa es la ley de la naturaleza», nos fue fácil demostrar primero que ésa no era la conclusión de Darwin, y mostrar por el mismo método científico que tales científicos habían emprendido un camino errado; que no existe tal ley: que la vida de los animales nos enseña algo por completo distinto, y que esas conclusiones eran absolutamente anticientíficas. Tan anticientíficas como, por ejemplo, la afirmación de que la desigualdad de riqueza es ley natural, o que el capitalismo es la forma de vida social más ventajosa que pueda concebirse para el progreso de la especie. Precisamente este método científico-natural aplicado a los hechos económicos nos permite demostrar que las supuestas «leyes» de la sociología burguesa, incluida su economía política, no son en absoluto leyes, sino simples hipótesis, o meras afirmaciones que no han sido jamás verificadas.

Además, una investigación sólo rinde frutos cuando tiene un objetivo definido; cuando se emprende con propósito de dar respuesta a una cuestión concreta y claramente formulada. Y que es más fructífera cuanto más clara vea el investigador la relación que existe entre su problema y su concepción general del universo. Cuanto mejor entienda la importancia del problema en términos generales, más fácil le será dar con la respuesta. Por tanto, la cuestión que el anarquismo se plantea puede formularse así: «¿Qué formas de vida social aseguran a una sociedad determinada, y luego a la especie humana en general, la mayor cuantía de felicidad, y, en consecuencia, también la mayor cuantía de vitalidad?». «¿Qué formas de vida social permitirán mejor que esta cuantía de felicidad crezca y se desarrolle no sólo cuantitativa sino también cualitativamente, es decir, se haga más completa y más variada?» (De lo cual, digamos de pasada, se deriva una definición de progreso.) El deseo de impulsar la evolución por esta vía determina la actividad no sólo científica sino también social y artística del anarquismo. Y esta actividad, a su vez, precisamente en la medida en que coincida con el desarrollo de la sociedad en esta dirección, se transforma en una fuente de creciente vitalidad, de vigor y de sentido de identidad con la especie humana y sus mejores fuerzas vitales en desarrollo.

Se convierte, en consecuencia, en fuente de creciente vitalidad y creciente felicidad para el individuo.

2 comentarios:

  1. Como aquí también se reconoce la importancia de la Ciencia dentro del Movimiento Libertario, el anarquismo no es anticientífico:

    «En el debate entre razón y fe o ciencia y religión, el movimiento libertario siempre se ha puesto del lado de la ciencia.»

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  2. Una visita de Einstein a un local de la CNT:

    «"... A menudo he escuchado palabras de elogio por mi trabajo, elogios que han sido superiores a mis méritos. El progreso de nuestro conocimiento se erige en un grupo de hombres trabajadores que, en cada generación, conservan el fuego sagrado del estudio, trabajadores escondidos muchas veces en medio de privaciones de todo tipo, y que pasan muchas veces desapercibidos a la opinión pública [...] Deseo con toda mi alma que esta bella ciudad tan espléndidamente situada, tan soleada, pueda participar de manera firme y eficaz, en realizar este altísimo ideal [de la ciencia]". La tarde del mismo martes 27, Einstein dio una conferencia adicional en la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona. Esta conferencia tuvo un enfoque distinto al de las otras tres, ya que discutió las implicaciones filosóficas de la relatividad.

    »Saliendo de la conferencia, Einstein se entrevistó con Ángel Pestaña, dirigente de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), en la sede del sindicato de Distribución, en la calle Sant Pere Més Baix, en la Barcelona vieja. La entrevista había sido facilitada por Campalans, fundador de la Unión Socialista de Cataluña. La entrevista causó una gran sensación y fue presenciada por diversos periodistas que recogieron su desarrollo en la prensa del día siguiente. Los periódicos reprodujeron que Einstein había declarado que "él también era revolucionario en el campo científico". Todo indica que la entrevista no fue muy bien vista por los sectores bienpensantes del país, sobre todo por esta manifestación, que Einstein mismo tuvo que desmentir. En el diario ABC del 2 de marzo de 1923 apareció una entrevista concedida por Einstein al periodista Andrés Révész mientras viajaba en el tren hacia Madrid en la que Einstein, además de algunos comentarios curiosos sobre sus costumbres y aficiones, pide al periodista que desmienta lo comentado en la prensa, ya que él no se considera revolucionario ni siquiera en la ciencia.»

    http://www.pasajealaciencia.es/2006/a04-n09.html

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