lunes, 24 de diciembre de 2012

Anarquía y Democracia

El Productor 
(Barcelona, 13 de abril de 1888)

Son muchos aún los que desgraciadamente creen que democracia es sinónimo de libertad. En su acepción teórica y práctica, democracia significa gobierno de la mayoría; por el mero hecho de ser gobierno, ya deja de ser régimen liberal, puesto que implica la imposición ejercida por una mayoría y sufrida por una minoría.

Lo notable del caso es que por uno u otro motivo, la casi totalidad de los individuos que gimen bajo las cadenas democráticas, vienen a sufrir dicha imposición. En efecto, Juan, Pedro y Antonio forman una colectividad democrática: Juan y Pedro son partidarios de la idea religiosa y Antonio se ve privado de su libertad porque la mayoría le impone una contribución para suplir los gastos de unas rogativas en cuya eficacia no cree. A su vez, Juan y Antonio son partidarios del sistema capitalista y explotan a Pedro que nada posee y que se ve democráticamente despojado de su libertad económica. Por fin, Pedro y Antonio tienen patriotismo, y el infeliz Juan de cuyo cerebro no se ha apoderado aún esta monomanía, se ve obligado a obedecer la mayoría y a verter su sangre por una causa que le es completamente desconocida. Y si de esas cuestiones generales, pasamos a las particulares, nos encontramos con que los míseros ilusos que han creído en las propiedades medicinales de la planta democrática se ven a cada paso villana y democráticamente atropellados.

Hay más aún: muchos socialistas, y en particular los que pertenecen al partido político obrero, se agarran desesperadamente a la utopía democrática: pues bien, a pesar del desarrollo que toman las ideas regeneradoras; sea por efecto de la preocupación, sea por efecto de la actual rutina social, ello es que la mayoría de la humanidad no es aún socialista: luego esta minoría socialista, aunque sea la más consciente, convencida e ilustrada, no tiene más remedio, democráticamente hablando, que doblar la cerviz, y reconocer la legalidad del sistema que desgraciadamente defiende aún la mayoría de la humanidad por estupidez o por conveniencia. Lo cual equivale a decir que esos demócratas se niegan a sí mismos el derecho, y como por ende la libertad de luchar como luchan contra el orden de cosas establecido. ¡Negarse a sí mismos! Es a cuanto puede conducir un sofismo.

Entren pues en razón los que aún tienen la desgracia de estar preocupados: teocracia, aristocracia, democracia todo lo que signifique gobierno de uno o de muchos, es la negación de la libertad, del bienestar, de la dignidad. ¡Paso a la idea nueva, lógica, liberal, científica, filosófica! ¡Paso a la acracia, a la no-autoridad, a la anarquía! 

1 comentario:

  1. Es lo que sucede con los sistemas de gobiernos. Que los hay malos y peores, pero bueno ninguno.
    Después de millones de vidas sacrificadas por unos ideales prometedores para un mundo mejor y viendo el resultado de este mundo peor...en donde los políticos comunistas, socialistas, republicanos etc han demostrado ser tan corruptos y criminales como sus antecesores......solo queda resguardarse en la capacidad intelecta de cada uno............

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