miércoles, 28 de agosto de 2013

¿Se adaptará el escenario de los bombardeos de Yugoslavia a Siria?


27/08/2013

Siria está más cerca que nunca de repetir el destino de Yugoslavia de los años 90, en otras palabras, sufrir bombardeos por parte de países occidentales sin la autorización del Consejo de Seguridad de la ONU, según algunos analistas.

La propia Casa Blanca admite que el precedente de Kosovo es uno de los muchos escenarios que están siendo discutidos en las reuniones que mantiene sobre el conflicto en Siria. «Es prematuro por el momento decir que estamos preparando justificaciones legales para la acción militar. Pero Kosovo, sin duda alguna, es un precedente parecido», publicó el diario The New York Times citando a un alto cargo gubernamental estadounidense que habló en condición de anonimato.

«Lo que está pasando ahora en Siria tiene mucho en común con los prolegómenos de los bombardeos de Yugoslavia, aunque en aquel caso el argumento de los países de Occidente no fueron las armas de destrucción masiva, sino el sufrimiento de los kosovares», comentó Fiódor Lukiánov, redactor jefe de la revista Rusia en la política global, a la radio rusa Vesti FM.

«Al Gobierno de Slobodan Milošević le imputaban limpiezas étnicas, pero la gota que colmó el vaso fue la masacre de Račak. Hubo una investigación por parte de la OSCE [Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa], no de la ONU, que incluso compuso un informe donde presentó los resultados. Pero luego acabaron con todo esto, sin permitir al público conocer los detalles. En el caso de Siria, el Gobierno dio acceso a los inspectores de la ONU y estarán investigando pero, sinceramente, ahora ya no importa», subraya Lukiánov.

«Aquí se repite el esquema que viene de la época de los Balcanes, En el caso del ataque en Yogoslavia evidenetemente había una decisión de poner en jaque al gobierno que estaba enfrentando a EE.UU. y que tenía un discurso de oposición a la base imperial. En el caso de Bashar Al-Asad, como en casos anteriores, con Sadam Husein pasó lo mismo, evidenentemente no pueden tolerar que un mandatario no sea su perrito faldero de EE UU. Esto es un manual que se repirte permanentemente país por país", se expresa en la misma línea el analista internacional Carlos Aznárez.

La acusación contra las tropas serbias del asesinato en Račak jamás fue comprobada con certeza. La Agencia de Información de EE UU publicó un informe que aseguraba que las víctimas eran civiles fusilados. Sin embargo, un grupo de expertos bielorrusos y finlandeses testimonió que los muertos tenían huellas de pólvora en las manos y que los cuerpos tenían balazos, pero no su ropa, lo que les hizo concluir que a los cadáveres les cambiaron de ropa para simular que eran civiles. Pero el público general no tuvo acceso a esta información y lo sucedido en Račak sirvió de pretexto para que la OTAN lanzara un bombardeo de 78 días —entre marzo y junio de 1999— contra la entonces Yugoslavia. La llamada «Operación Fuerza Aliada» no fue autorizada por el Consejo de Seguridad de la ONU: Rusia y China habían usado su derecho de veto para impedir una operación militar internacional.

Muchos países calificaron la operación en Yugoslavia de violación de la Carta de la ONU y de actos de crímenes de guerra. La campaña se cobró la vida de 528 civiles, 88 niños entre ellos, según la cifra de Human Rights Watch, y dejó el país semidestruido y contaminado con la radiación proveniente de armamento con uranio empobrecido usado por la Alianza Atlántica Norte.

Los bombardeos de 1999 constituyeron la segunda gran operación de combate de la OTAN desde su creación en 1949. La primera fue la Operación Fuerza Deliberada, también en Yugoslavia, entre finales de agosto y mediados de septiembre de 1995. De pretexto oficial sirvió la masacre del mercado de Markale durante el asedio de Sarajevo (guerra de Bosnia, 1992-1995), cuando el 28 de agosto de 1995 cinco proyectiles de mortero dejaron un saldo de 37 muertos y 90 heridos. A pesar de que no se pudo detectar quién lanzó los proyectiles, la OTAN empezó con los bombardeos.

«El Ejército de Liberación de Kosovo que estaba armada por EE UU incluso en sus manifestaciones populares levantaban la bandera de EE UU, eso se repite con el Ejército Libre Sirio, con mercenarios de Al-Nusra. Pero lo más patético es que EE UU arma a muchos de estos mercenarios que después a veces apuntan con sus armas a los intereses norteamericanos», concluye el analista Carlos Aznarez.

domingo, 25 de agosto de 2013

Diógenes y Alejandro


Acudió una vez Alejandro hasta él y le dijo: «Yo soy Alejandro el gran rey.» Repuso: «Y yo Diógenes el Perro.» Al preguntarle que por qué se llama «perro», dijo: «Porque muevo el rabo ante los que me dan algo, ladro a los que no me dan, y muerdo a los malvados.»


Preguntado que de dónde era, respondió Diógenes: «Cosmopolita.»


Alejandro que, erguido ante él, le preguntó: «¿No me temes», le dijo: «¿Por qué? ¿Eres un bien o un mal?» Como él respondió: «Un bien», dijo: «¿Pues quién teme un bien?»


Tomaba el sol en el Cráneo [gimnasio a las puertas de Corinto] plántose ante él Alejandro y le dijo: «Pídeme lo que quieras.» Y él contestó: «No me hagas sombra.»


Dicen también que Alejandro había dicho después que, de no ser Alejandro, habría querido ser Diógenes.


DIÓGENES LAERCIO
Vida de los Filósofos

domingo, 18 de agosto de 2013

Ayuda mutua


DICCIONARIO UNESCO DE CIENCIAS SOCIALES

Cooperación entre dos o más partes. Hace referencia a la reciprocidad de la asistencia.

El término «ayuda mutua» fue consagrado por Pedro Kropotkin (1842-1921) para subrayar la importancia de los aspectos cooperativos de la acción social, como factor de evolución, frente a los momentos de conflicto y de lucha. La idea de la mutua ayuda guardó indudable relación con la proliferación de programas de comunidades rurales, comunas, cooperativas, etc. Registró asimismo gran afinidad con el anarquismo, uno de cuyos dirigentes fue el mismo Kropotkin.

Sociabilidad y lucha mutua son dos leyes de la naturaleza. Como principios antagónicos, debemos preguntarnos cuál de los dos es predominante, en el sentido que haga a los seres más aptos. En una palabra, ¿quiénes son más aptos, aquellos que se apoyan entre sí o los que luchan entre sí?

La ayuda mutua es un factor que se impone como necesidad para la supervivencia, resultando los más aptos aquellos que adquirieron esa costumbre.

Los principios enunciados son válidos para el mundo animal y humano. Del primero, Darwin en su obra El origen de las especies muestra cómo en numerosas sociedades de animales la lucha entre sus miembros por la existencia desaparece dando paso a una cooperación que conduce a esa especie a garantizarle las mejores condiciones de vida y propagación.


De los sucesores de Darwin, el primero en reconocer la ayuda mutua como ley de la naturaleza y factor fundamental fue K.F. Kessler, que, en su discurso sobre la ley de ayuda mutua en trabajos de la Sociedad de Naturalistas de San Petersburgo, afirma: «a menudo se pierde de vista que hay otra ley que podemos llamar de ayuda mutua y que, por lo menos en relación con los animales, tal vez sea más importante que la ley de la lucha por la existencia… Son inherentes a todos los cuerpos orgánicos dos necesidades esenciales: la necesidad de alimento y la necesidad de multiplicación. La necesidad de alimento les conduce a la lucha por la subsistencia, y al exterminio recíproco, y la necesidad de la multiplicación les conduce a aproximarse a la ayuda mutua».

La ayuda mutua se convierte en condición para el progreso, y, al mismo tiempo, desarrolla formas más progresivas en aquellas comunidades con formas sociales más elevadas. Las tribus son reemplazadas por las ciudades donde se desarrolla más aquélla, y no por familias individualizadas y aisladas. Este hecho histórico no hubiera sido posible sino como fruto desencadenante de esa colaboración.

La emigración que se produce en la Edad Media del campo a la ciudad estaba dirigida a protegerse tras sus murallas. Los campesinos que afluían a ella no sólo se protegían del poder de sus dueños, sino además ingresaban en las hermandades donde buscaban una vida de ayuda mutua. Las ciudades medievales, como progreso histórico frente a la dispersión campesina, se caracterizaban por tener que desarrollar unas formas sociales superiores de convivencia que conllevan necesariamente a una mayor ayuda mutua. Sin ésta, no sería posible la comunidad social.

Comentando la convivencia y la ayuda mutua en las ciudades medievales dice A. Luchaire en Les Communes francaises: «todos se ayudarán mutuamente y cada uno según sus fuerzas en el límite de la comuna y no permitirán que uno tomara algo a otro comunero, o que obligara a otro a pagar cualquier clase de contribución».


Sabemos que en Londres hasta el siglo XVI no se realizaba la compra del grano de una forma individual, sino que como alimento fundamental para la ciudad se efectuaba de una forma común. Charles M. Clode así nos lo hace ver en su obra The History of the Guild of Merchan Taylors donde nos habla de esta compra en comuna «para comodidad y beneficio, en todos los aspectos, de la ciudad y del palacio de Londres y de todos los ciudadanos y habitantes de ella en todo lo que de nosotros depende».

La ciudad medieval no la podemos considerar, pues, como una simple protección contra los señores medievales para conseguir las libertades políticas, sino que era un intento de unión estrecha con fines de ayuda y apoyo mutuo, para el consumo y la producción y la vida en general.

La existencia de las hermandades o sociedades no la podemos explicar como un simple objeto de ayuda en la producción, cuando en realidad sus fines superaban aquélla. Si bien hay que aclarar que su origen radica principalmente en una ayuda que estaba centrada en la producción.

Al mismo tiempo que se desarrolla la vida en las ciudades va surgiendo la necesidad de ir traspasando las murallas para ir tomando contacto con otras. Estos contactos van a originar el trasvase de experiencias, conocimientos, etc., que determinarán la necesidad de una ayuda interciudades, produciéndose de esa forma un nuevo paso en la historia. El desarrollo industrial no sólo ha originado nuevas organizaciones de ayuda, además de conservar aquellas modalidades que se daban en épocas precedentes, sino también ha dado paso a nuevas formas de colaboración. Así, cabe interpretarse la huelga como fenómeno de respuesta-presión basada en el principio de ayuda mutua. El cooperativismo no es tampoco más que la explotación económica bajo el signo de colaboración impuesto por distintas necesidades.

Antonio González Temprano
(1975)

domingo, 11 de agosto de 2013

Un programa político marxista


Cuando en 1879 se creó el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) sus bases ideológicas eran totalmente marxistas. Fue entonces cuando se redactó el programa político, el llamado «Programa Máximo», que expresaba sus aspiraciones finalistas. Desde entonces ha orientado la actividad del PSOE. El partido abandonó oficialmente el marxismo en su Congreso Extraordinario de septiembre de 1979, por lo que este programa fue olvidado. Lo reproducimos para conocimiento de nuestros lectores.

(Agosto 2013)

Considerando:

Que esta sociedad es injusta, porque divide a sus miembros en dos clases desiguales y antagónicas: una la burguesía, que, poseyendo los instrumentos de trabajo, es la clase dominante; otra, el proletariado, que, no poseyendo más que su fuerza vital, es la clase dominada.

Que la sujeción económica del proletariado es la causa primera de la esclavitud en todas sus formas: la miseria social, el envilecimiento intelectual y la dependencia política. Que los privilegios de la burguesía están garantizados por el poder político, del cual se vale para dominar al proletariado.

Por otra parte:

Considerando que la necesidad, la razón y la justicia exigen que la desigualdad y el antagonismo entre una y otra clase desaparezcan, reformando o destruyendo el estado social que los produce.

Que esto no puede conseguirse sino transformando la propiedad individual o corporativa de los instrumentos de trabajo en propiedad común de la sociedad entera.

Que la poderosa palanca con que el proletariado ha de destruir los obstáculos que a la transformación de la propiedad se oponen ha de ser el poder político, del cual se vale la burguesía para impedir la reivindicación de nuestros derechos.

El Partido Socialista declara que tiene por aspiración:

1.- La posesión del poder político por la clase trabajadora.

2.- La transformación de la propiedad individual o corporativa de los instrumentos de trabajo en propiedad colectiva, social o común. Entendemos por instrumentos de trabajo la tierra, las minas, los transportes, las fábricas, máquinas, capital-moneda, etc., etc.

3.- La organización de la sociedad sobre la base de la federación económica, el usufructo de los instrumentos de trabajo por las colectividades obreras, garantizando a todos sus miembros el producto total de su trabajo, y la enseñanza general científica y especial de cada profesión a los individuos de uno u otro sexo.

4.- La satisfacción por la sociedad de las necesidades de los impedidos por edad o por padecimiento.

En suma: el ideal del Partido Socialista es la completa emancipación de la clase trabajadora; es decir, la abolición de todas las clases sociales y su conversión en una sola de trabajadores, dueños del fruto de su trabajo, libres, iguales, honrados e inteligentes.

martes, 6 de agosto de 2013

En la sombra de Hiroshima


Noam Chomsky

El 6 de agosto, aniversario de Hiroshima, debería ser un día de reflexión sombría, no sólo acerca de los sucesos terribles de esa fecha en 1945, sino también sobre lo que revelaron: que los seres humanos, en su dedicada búsqueda de medios para aumentar su capacidad de destrucción, finalmente habían logrado encontrar una forma de acercarse al límite final. Los actos en memoria de ese día tienen un significado especial este año. Tienen lugar poco antes del 50 aniversario del «momento más peligroso en la historia humana», en palabras de Arthur M. Schlesinger Jr., historiador y asesor de John F. Kennedy, al referirse a la crisis de los misiles cubanos. Graham Allison escribe en la edición actual de Foreign Affairs que Kennedy «ordenó acciones que él sabía aumentarían el riesgo no sólo de una guerra convencional, sino también de un enfrentamiento nuclear», con una probabilidad que él creía de quizá 50 por ciento, cálculo que Allison considera realista. Kennedy declaró una alerta nuclear de alto nivel que autorizaba a «aviones de la OTAN, tripulados por pilotos turcos (u otros), a despegar, volar a Moscú y dejar caer una bomba»". Nadie estuvo más asombrado por el descubrimiento de los misiles en Cuba que los hombres encargados de misiles similares que Estados Unidos había emplazado clandestinamente en Okinawa seis meses antes, seguramente apuntados hacia China, en momentos de creciente tensión. Kennedy llevó al presidente soviético Nikita Jrushov «hasta el borde mismo de la guerra nuclear y él se asomó desde el borde y no tuvo estómago para eso», según el general David Burchinal, en ese entonces alto oficial del personal de planeación del Pentágono. Uno no puede contar siempre con tal cordura. Jrushov aceptó una fórmula planteada por Kennedy poniendo fin a la crisis que estaba a punto de convertirse en guerra. El elemento más audaz de la fórmula, escribe Allison, era «una concesión secreta que prometía la retirada de los misiles estadunidenses en Turquía en un plazo de seis meses después de que la crisis quedara conjurada». Se trataba de misiles obsoletos que estaban siendo remplazados por submarinos Polaris, mucho más letales. En pocas palabras, incluso corriendo el alto riesgo de una guerra de inimaginable destrucción, se consideró necesario reforzar el principio de que Estados Unidos tiene el derecho unilateral de emplazar misiles nucleares en cualquier parte, algunos apuntando a China o a las fronteras de Rusia, que previamente no había colocado misiles fuera de la URSS. Se han ofrecido justificaciones, por supuesto, pero no creo que soporten un análisis. Como principio acompañante de esto estaba que Cuba no tenía derecho de poseer misiles para su defensa contra lo que parecía ser una invasión inminente de Estados Unidos. Los planes para los programas terroristas de Kennedy, Operatión mangoose («Operación mangosta»), establecían una «revuelta abierta y el derrocamiento del régimen comunista» en octubre de 1962, mes de la crisis de los misiles, con el reconocimiento de que «el éxito final requerirá de una intervención decisiva de Estados Unidos». Las operaciones terroristas contra Cuba son descartadas habitualmente por los comentaristas como «travesuras insignificantes de la CIA». Las víctimas, como es de suponerse, ven las cosas de una forma bastante diferente. Al menos podemos oír sus palabras en Voces desde el otro lado: Una historia oral del terrorismo contra Cuba, de Keith Bolender.

Los sucesos de octubre de 1962 son ampliamente aclamados como la mejor hora de Kennedy. Allison los ofrece como «una guía sobre cómo restar peligro a conflictos, manejar las relaciones de las grandes potencias y tomar decisiones acertadas acerca de la política exterior en general». En particular, los conflictos actuales con Irán y China.

El desastre estuvo peligrosamente cerca en 1962 y no ha habido escasez de graves riesgos desde entonces. En 1973, en los últimos días de la guerra árabe-israelí, Henry Kissinger lanzó una alerta nuclear de alto nivel. India y Pakistán han estado muy cerca de un conflicto atómico. Ha habido innumerables casos en los que la intervención humana abortó un ataque nuclear momentos antes del lanzamiento de misiles por informes falsos de sistemas automatizados. Hay mucho en que pensar el 6 de agosto. Allison se une a muchos otros al considerar que los programas nucleares de Irán son la crisis actual más severa, «un desafío aún más complejo para los formuladores de política de Estados Unidos que la crisis de los misiles cubanos», debido a la amenaza de un bombardeo israelí. La guerra contra Irán está ya en proceso, incluyendo el asesinato de científicos y presiones económicas que han llegado al nivel de «guerra no declarada», según el criterio de Gary Sick, especialista en Irán. Hay un gran orgullo acerca de la sofisticada ciberguerra dirigida contra Irán. El Pentágono considera la ciberguerra como «acto de guerra», que autoriza al blanco a «responder mediante el empleo de fuerza militar tradicional», informa The Wall Street Journal. Con la excepción usual: no cuando Estados Unidos o un aliado es el que la lleva a cabo. La amenaza iraní ha sido definida por el general Giora Eiland, uno de los máximos planificadores militares de Israel, uno de los pensadores más ingeniosos y prolíficos que (las fuerzas militares israelíes) han producido. De las amenazas que define, la más creíble es que «cualquier enfrentamiento en nuestras fronteras tendrá lugar bajo un paraguas nuclear iraní». En consecuencia, Israel podría verse obligado a recurrir a la fuerza. Eiland está de acuerdo con el Pentágono y los servicios de inteligencia de Estados Unidos, que consideran la disuasión como la mayor amenaza que Irán plantea. La actual escalada de la «guerra no declarada» contra Irán aumenta la amenaza de una guerra accidental en gran escala. Algunos peligros fueron ilustrados el mes pasado, cuando un barco estadunidense, parte de la enorme fuerza militar en el Golfo, disparó contra una pequeña nave de pesca, matando a un miembro de la tripulación india e hiriendo a otros tres. No se necesitaría mucho para iniciar otra guerra importante. Una forma sensata de evitar las temidas consecuencias es buscar «la meta de establecer en Oriente Medio una zona libre de armas de destrucción masiva y todos los misiles necesarios para su lanzamiento, y el objetivo de una prohibición global sobre armas químicas» —lo que es el texto de la resolución 689 de abril de 1991 del Consejo de Seguridad, que Estados Unidos y la Gran Bretaña invocaron en su esfuerzo por crear un tenue cobertura para su invasión de Irak, 12 años después. Esa meta ha sido un objetivo árabe— iraní desde 1974 y para estos días tiene un apoyo global casi unánime, al menos formalmente. Una conferencia internacional para debatir formas de llevar a cabo tal tratado puede tener lugar en diciembre. Es improbable el progreso, a menos que haya un apoyo público masivo en Occidente. De no comprenderse la importancia de esta oportunidad se alargará una vez más la fúnebre sombra que ha oscurecido el mundo desde aquel terrible 6 de agosto.