domingo, 18 de agosto de 2013

Ayuda mutua


DICCIONARIO UNESCO DE CIENCIAS SOCIALES

Cooperación entre dos o más partes. Hace referencia a la reciprocidad de la asistencia.

El término «ayuda mutua» fue consagrado por Pedro Kropotkin (1842-1921) para subrayar la importancia de los aspectos cooperativos de la acción social, como factor de evolución, frente a los momentos de conflicto y de lucha. La idea de la mutua ayuda guardó indudable relación con la proliferación de programas de comunidades rurales, comunas, cooperativas, etc. Registró asimismo gran afinidad con el anarquismo, uno de cuyos dirigentes fue el mismo Kropotkin.

Sociabilidad y lucha mutua son dos leyes de la naturaleza. Como principios antagónicos, debemos preguntarnos cuál de los dos es predominante, en el sentido que haga a los seres más aptos. En una palabra, ¿quiénes son más aptos, aquellos que se apoyan entre sí o los que luchan entre sí?

La ayuda mutua es un factor que se impone como necesidad para la supervivencia, resultando los más aptos aquellos que adquirieron esa costumbre.

Los principios enunciados son válidos para el mundo animal y humano. Del primero, Darwin en su obra El origen de las especies muestra cómo en numerosas sociedades de animales la lucha entre sus miembros por la existencia desaparece dando paso a una cooperación que conduce a esa especie a garantizarle las mejores condiciones de vida y propagación.


De los sucesores de Darwin, el primero en reconocer la ayuda mutua como ley de la naturaleza y factor fundamental fue K.F. Kessler, que, en su discurso sobre la ley de ayuda mutua en trabajos de la Sociedad de Naturalistas de San Petersburgo, afirma: «a menudo se pierde de vista que hay otra ley que podemos llamar de ayuda mutua y que, por lo menos en relación con los animales, tal vez sea más importante que la ley de la lucha por la existencia… Son inherentes a todos los cuerpos orgánicos dos necesidades esenciales: la necesidad de alimento y la necesidad de multiplicación. La necesidad de alimento les conduce a la lucha por la subsistencia, y al exterminio recíproco, y la necesidad de la multiplicación les conduce a aproximarse a la ayuda mutua».

La ayuda mutua se convierte en condición para el progreso, y, al mismo tiempo, desarrolla formas más progresivas en aquellas comunidades con formas sociales más elevadas. Las tribus son reemplazadas por las ciudades donde se desarrolla más aquélla, y no por familias individualizadas y aisladas. Este hecho histórico no hubiera sido posible sino como fruto desencadenante de esa colaboración.

La emigración que se produce en la Edad Media del campo a la ciudad estaba dirigida a protegerse tras sus murallas. Los campesinos que afluían a ella no sólo se protegían del poder de sus dueños, sino además ingresaban en las hermandades donde buscaban una vida de ayuda mutua. Las ciudades medievales, como progreso histórico frente a la dispersión campesina, se caracterizaban por tener que desarrollar unas formas sociales superiores de convivencia que conllevan necesariamente a una mayor ayuda mutua. Sin ésta, no sería posible la comunidad social.

Comentando la convivencia y la ayuda mutua en las ciudades medievales dice A. Luchaire en Les Communes francaises: «todos se ayudarán mutuamente y cada uno según sus fuerzas en el límite de la comuna y no permitirán que uno tomara algo a otro comunero, o que obligara a otro a pagar cualquier clase de contribución».


Sabemos que en Londres hasta el siglo XVI no se realizaba la compra del grano de una forma individual, sino que como alimento fundamental para la ciudad se efectuaba de una forma común. Charles M. Clode así nos lo hace ver en su obra The History of the Guild of Merchan Taylors donde nos habla de esta compra en comuna «para comodidad y beneficio, en todos los aspectos, de la ciudad y del palacio de Londres y de todos los ciudadanos y habitantes de ella en todo lo que de nosotros depende».

La ciudad medieval no la podemos considerar, pues, como una simple protección contra los señores medievales para conseguir las libertades políticas, sino que era un intento de unión estrecha con fines de ayuda y apoyo mutuo, para el consumo y la producción y la vida en general.

La existencia de las hermandades o sociedades no la podemos explicar como un simple objeto de ayuda en la producción, cuando en realidad sus fines superaban aquélla. Si bien hay que aclarar que su origen radica principalmente en una ayuda que estaba centrada en la producción.

Al mismo tiempo que se desarrolla la vida en las ciudades va surgiendo la necesidad de ir traspasando las murallas para ir tomando contacto con otras. Estos contactos van a originar el trasvase de experiencias, conocimientos, etc., que determinarán la necesidad de una ayuda interciudades, produciéndose de esa forma un nuevo paso en la historia. El desarrollo industrial no sólo ha originado nuevas organizaciones de ayuda, además de conservar aquellas modalidades que se daban en épocas precedentes, sino también ha dado paso a nuevas formas de colaboración. Así, cabe interpretarse la huelga como fenómeno de respuesta-presión basada en el principio de ayuda mutua. El cooperativismo no es tampoco más que la explotación económica bajo el signo de colaboración impuesto por distintas necesidades.

Antonio González Temprano
(1975)

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