martes, 29 de abril de 2014

El Esperanto se hace grande en España en su 127 aniversario

 

28-04-2014

Más de 140 personas de un total de 11 Estados, con representación de casi todas las comunidades autónomas de España, de 3 países del norte de África, 6 de la Unión Europea y Estados Unidos, personas tanto jóvenes como mayores, junto a 40 alumnos de un instituto de Periana (Málaga), se desplazarán a la Ciudad del Tajo para convertirla en la Ciudad del Esperanto en este 2014.

Ocho profesionales de primer nivel del Flamenco (Paco Pereña, Miguel Laín, Ríos Cabrillana, Antonio Sanlúcar, El Mollina, Agustín de la Fuente, Virginia Pereña «La Chabuca», Paco Pereña «Junior»), el grupo de música andalusí Turat Al-Ándalus, María Villalón ganadora de Factor X 2007, el cantautor Pablo Carrascal, el reconocido músico esperantista francés JoMo, el grupo coral Kvaropo Sinkopo, la empresa Solopixel, el escultor Chico Andrades y el ilustrador Raúl Guerra, colaboran todos ellos en las actividades del Congreso de Esperanto de Ronda (Málaga) entre los días 1 y 4 de mayo. Se logra así cumplir el espíritu de este evento que ha sido, desde primer momento, abrirse a la ciudad y que la ciudad se abra al esperanto.

Como muestra de la vocación de futuro de este idioma, el sábado día 3 de mayo se celebrarán exámenes oficiales de esperanto reconocidos por la Universidad de Budapest (Hungría) dentro del Marco Común Europeo de Referencia para las Lenguas (MCERL) en los niveles B1, B2 y C1. La convocatoria de estos exámenes se enmarcan en la estrategia de lograr a corto plazo el reconocimiento oficial de este idioma por las instituciones educativas españolas y adquirir así plena validez académica, como ya ocurre en otros países del entorno europeo. El interés por esta lengua debido a la facilidad de su aprendizaje y a la existencia de una comunidad de hablantes en más de 160 países, se vería reforzado por este reconocimiento oficial. Hay que tener en cuenta que esta lengua ya ha sido recomendada por la UNESCO en dos resoluciones solemnes, además de en otras ocasiones.

También tendrá lugar el «I Simposio de Enseñanza de esperanto, en España y el mundo» contando con la presencia de profesores de Primaria, Secundaria y Universidad, así como de traductores, filólogos y lingüistas. El enfoque en la enseñanza del esperanto se convertirá también en un homenaje a la figura de D. Juan Régulo Pérez, el primer profesor oficial de esperanto en una Universidad española (y a la vez uno de los principales editores de literatura en la lengua internacional), del que celebramos el centenario de su nacimiento.

El esperanto sigue vivo y se hace grande en este Congreso. Las temáticas abordadas durante el mismo muestran la riqueza y las posibilidades de expresión para la comunicación internacional. Además de lo ya mencionado, se recogen en el programa: conferencias sobre el Derecho internacional y la construcción europea, el diálogo Sur/Norte, la economía social y el cooperativismo, la poesía y la prosa, internet y los movimientos sociales, así como la presentación de 3 libros en esperanto, un taller de flashmob, un curso de salsa y cursos básicos y avanzados de esperanto.

Los organizadores son la Federación Española de Esperanto, la Asociación Andaluza de Esperanto y el Club de Esperanto de Ronda. Se cuenta con la participación y colaboración del Ayuntamiento de Ronda y la Peña Flamenca de Ronda «Tobalo, Fernanda y Bernarda».

Para más información, tienen la web del congreso:
http://arundacongreso2014.wordpress.com

domingo, 27 de abril de 2014

Bakunin y los límites de la ciencia

 


Aunque la masa de escritos de Bakunin haya seguido siendo fragmentaria, los numerosos manuscritos que dejó y que se imprimieron sólo bastantes años después contienen muchas ideas originales y sagazmente desarrolladas sobre una gran variedad de problemas intelectuales, políticos y sociales. Y estas ideas mantienen en gran medida su importancia y pueden inspirar también a las generaciones futuras. Entre ellas están las observaciones profundas e ingeniosas sobre la naturaleza de la ciencia y su relación con la vida real y los cambios sociales de la historia. Deberíamos recordar que estas espléndidas disertaciones se escribieron cuando la vida intelectual solía estar bajo la influencia del resurgir de las ciencias naturales. En esa época se asignaban a la ciencia funciones y tareas que jamás podría cumplir, y muchos de sus representantes se veían llevados por ello a conclusiones que justificaban cualquier forma de reacción.

Los propugnadores del llamado darwinismo social hicieron de la supervivencia del más fuerte la ley básica de existencia para todos los organismos sociales, e increpaban a cualquiera que osase negar esta revelación científica definitiva. Económicamente burgueses e incluso socialistas, arrastrados por el ansia de proporcionar un fundamento científico a sus propios tratados, malentendieron tanto el valor del trabajo humano que lo consideraron equivalente a un bien intercambiable por cualquier otro. Y en sus intentos por reducir a fórmulas válidas el valor de uso y el valor de cambio olvidaron el factor más vital, el valor ético del trabajo humano, verdadero creador de toda vida cultural.

Bakunin fue uno de los primeros en percibir claramente que los fenómenos de la vida social no podían adaptarse a fórmulas de laboratorio, y que los esfuerzos en esa dirección conducirían inevitablemente a una tiranía odiosa. En modo alguno se equivocó en cuanto a la importancia de la ciencia, y jamás pretendió negarle su puesto; pero recomendó cautela antes de atribuir un papel excesivamente grande al conocimiento científico y a sus resultados prácticos. Estaba en contra de que la ciencia se convirtiese en el árbitro final de la vida personal y el destino social de la humanidad, pues era agudamente consciente de las desastrosas posibilidades de tal camino. Hasta qué punto estaba en lo cierto lo comprendemos ahora mejor que sus propios contemporáneos. Hoy en la era de la bomba atómica, se hace obvio hasta qué punto no hemos visto extraviados por el predominio de un pensamiento exclusivamente científico cuando no se ve influido por consideración humana alguna y sólo tiene en cuenta los resultados inmediatos prescindiendo de las consecuencias finales, aunque puedan llevar al exterminio de la vida humana.

Introducción a Escritos de filosofía política
1952

viernes, 25 de abril de 2014

La experiencia olvidada: 1974-1975, la Revolución de los Claveles



En la madrugada del 25 de abril de 1974, una parte del ejército portugués, bajo el mando de los oficiales del Movimiento de las Fuerzas Armadas, MFA [1], lanza una operación destinada a derribar el gobierno post-salazarista de Caetano.

Desde hace trece años, el régimen fascista portugués estaba enredado en una guerra con las colonias africanas (Guinea-Bissau, Angola y Mozambique). Parecía incapaz de recuperarse [2]. Los gastos militares representaban una carga asfixiante para la economía y penalizaban la necesaria modernización del Estado. Amenazados durante cuatro largos años de servicio militar, muchos jóvenes proletarios preferían emigrar, huir de la pobreza y el uniforme. Sin embargo, y a pesar de la fuerte represión policial, las luchas obreras no han conocido tranquilidad desde mediados de los años sesenta, y los sectores capitalistas modernos aspiran abiertamente a una transición hacia un régimen democrático parlamentario. La guerra colonial no se podía ganar y aparecía a los ojos de la población como un factor de inmovilismo. Hacía falta pasar página a toda costa.

Una vez desencadenado el golpe, el pueblo de Lisboa y de Oporto acude en masa a las calles, desafiando las consignas militares que pedían a la población que permaneciera en casa escuchando la radio y contemplando los acontecimientos en la pequeña pantalla. Por todas partes, desde las pequeñas ciudades hasta las olvidadas aldeas de lo más recóndito del país, el rechazo del régimen deshonroso va acompañado de una oleada de protesta social que no había sido prevista por los conspiradores condecorados. Así fue como dos años de intensa agitación social y política transformaron un golpe de Estado militar en una «revolución de los claveles» [3].

Desde los primeros días, los militares se vieron superados por los acontecimientos. En particular, la exigencia popular de detener el envío de nuevas tropas a África y del regreso inmediato del contingente precipitó la búsqueda de una solución política a la cuestión colonial. Las manifestaciones por el fin de la guerra se sucedieron, las revueltas impidieron el embarco de las tropas, mientras que en África se rebelaban los soldados, dejando las armas y exigiendo volver.

Dos meses más tarde, en julio de 1974, los jefes militares hablan de la necesidad de transferir el poder a las organizaciones nacionalistas africanas que llevan la lucha armada en las colonias. Eso se logrará un año más tarde. La movilización popular contra la guerra impone de hecho el fin del colonialismo; es un hecho histórico definitorio e irreversible de la revolución de los claveles. Las concesiones hechas a toda prisa a las organizaciones nacionalistas —expertas en la guerra de guerrillas pero sin preparar para asumir el nuevo poder del Estado postcolonial— sólo fueron la respuesta burguesa a esta aceleración de la historia.


La izquierda patriota contra las huelgas

Pasados los primeros días de fiesta en las calles, la agitación se desplazó a los lugares de trabajo. El fin del antiguo régimen significa, sobre todo, la posibilidad de reunirse y discutir libremente: en una palabra, el fin del miedo. Para los explotados, la arrogancia patronal, la dureza de las relaciones laborales y las vejaciones del asalariado se asimilaban al fascismo. Se organizaron asambleas y se intentaron las primeras ocupaciones. Inquieta, la junta militar condena las huelgas, las reuniones y los ataques contra la jerarquía de las empresas.

Una vez más, las consignas son ignoradas y el movimiento actúa como una mancha de aceite. Se reclama el aumento de los salarios, las vacaciones pagadas, la reducción de los horarios de trabajo y el fin del trabajo a destajo. Se expulsa a los chivatos, a los jefecillos y a los jefes de personal, muy a menudo ligados a la antigua policía política.

El Partido Comunista se posiciona contra esas acciones: «Vivimos en un régimen capitalista y no en un régimen socialista. Las empresas tienen propietarios. No corresponde a los trabajadores decidir quién debe trabajar o no» [4].


A veces, las reivindicaciones son poco precisas y no negociables, señal de que algo profundo está a punto de nacer: un deseo de cambiar la vida. La agitación gana las calles y los barrios, en los que se generalizan las ocupaciones de las viviendas vacías, bajo la mirada de los militares, cómplices del entusiasmo popular.

No hacía falta tanto para que la burguesía se volviera loca. En un primer momento, se adhiere al poder militar y al primer gobierno provisional —de participación comunista y socialista— que hace algunas concesiones, e instituye el salario mínimo con el fin de calmar la situación. Pero los patronos comienzan a despedir y a cerrar las empresas. Otros, ligados al antiguo régimen, emprenden la huida.

El miedo ha cambiado de bando

Rápidamente, una nueva oleada de huelgas contra los despidos invade todos los sectores, desde los servicios públicos hasta la metalurgia. Durante las primeras huelgas, los militares han intervenido como mediadores, se han presentado como aliados de los trabajadores ante los patronos, tratando de reducir los conflictos.

La huelga de Correos, en julio de 1974, y sobre todo la huelga de la compañía aérea TAP, en septiembre de 1974, marcan un giro en las relaciones entre los trabajadores, los militares y la izquierda.


Por primera vez desde el 25 de abril, los huelguistas descubren que hay unos límites que no se pueden sobrepasar, los del interés general del sistema. En junio, el ejército democrático dispara contra los presos de las cárceles de Lisboa que se han amotinado para exigir una amnistía más amplia y, unos días más tarde, los trabajadores de la TAP son sometidos al reglamento y disciplina militares. Los cabecillas son detenidos e interrogados, se examinan las fotos de los manifestantes con el fin de identificarlos y las batidas de la policía en el extrarradio están a la orden del día. Los soldados que rechazan las órdenes son detenidos.

Sin vacilar, el Partido Comunista se pone del lado de los ganadores: «En ningún país, ni los de las viejas democracias, se pueden permitir llamadas abiertas a la deserción y la agitación dentro del Ejército» [5].

En agosto de 1974, la ley elaborada por la izquierda restablece el derecho de huelga, pero prohíbe las huelgas políticas. Es el momento escogido por el Partido Comunista para lanzar una feroz campaña anti-huelga: «No a la anarquía económica», «No a la huelga por la huelga», «No a las huelgas irresponsables». Y el jefe comunista Cunhal repite: «La huelga general conduce al caos» [6]. Consciente del vacío dejado por el desplome de los antiguos sindicatos fascistas, el Partido aprovecha la ocasión para crear un nuevo sindicato único [7]: la Confederación General de los Trabajadores Portugueses (CGTP).

Los coordinadores

El enfrentamiento con las nuevas fuerzas del Estado, el ejército y los partidos de izquierda radicalizan las luchas obreras. Las reivindicaciones se hacen políticas, criticando explícitamente la idea del «interés general» que impone la izquierda como límite para las luchas. La amplitud de la protesta contra el orden capitalista desborda los muros de las empresas, rompe las separaciones entre los diversos campos de agitación. En este momento preciso, los estalinistas portugueses se ven incapaces de limitar la protesta a las empresas y la separación entre lugar de trabajo y sociedad civil tiende a desaparecer.

A las manipulaciones políticas, los trabajadores responden con la auto-organización y la democracia de base. El recurso a las asambleas se generaliza, se forman comisiones de trabajadores que superan las divisiones corporativistas de los nuevos sindicatos, compuestos de delegados elegidos y revocables. El gran problema concreto, inmediato, es el de la coordinación de los diversos organismos en lucha. Se da el paso: se crean dos coordinaciones. La de Lisboa, la comisión interempresas, reagrupa la izquierda sindical. Pero la voluntad de algunos militantes no podía colmar la pasividad de la mayoría de los explotados. Así, adelantándose a las condiciones del momento, esas formas de organización van a funcionar contra el objetivo buscado de autonomía. Fuertemente influidos por las corrientes maoístas y otras formaciones de vanguardia, se convierten en lugar de enfrentamiento burocrático, vaciándose progresivamente de la participación de la base obrera. A pesar del carácter «retrasado» de Portugal y de su aislamiento, que impidieron que un proceso revolucionario pudiera desarrollarse hasta el final, estas organizaciones autónomas siguen siendo la expresión de la radicalidad del movimiento. Su corta vida impide que puedan tener una resonancia internacional. Pero su actividad marcó definitivamente los meses más calientes de la Revolución de los Claveles.


A comienzos de 1975, la situación económica sigue degradándose: las pequeñas empresas cierran, el gran capital nacional privado se exilia y las multinacionales están a la espera. El país vive una atmósfera de protesta generalizada, mientras que el Estado se ve debilitado por la existencia de varios centros de poder.

Los trabajadores militantes están divididos. Los «realistas», que siguen las consignas de los sindicatos controlados por el Partido Comunista, plantan cara a los que se ven tentados por el radicalismo revolucionario, organizados en varias comisiones de trabajadores. El éxito de la gran manifestación del 7 de febrero de 1975 en Lisboa, organizada por la Comisión Interempresas, contra los despidos y la represión capitalistas, la solidaridad manifestada por los soldados encargados de proteger el Ministerio de Trabajo (controlado por los comunistas) y la Embajada americana, muestran que esa corriente aumenta en su influencia. Más que la presencia de los comunistas en el aparato del Estado, lo que inquieta a los burgueses a partir de ahora es la radicalización de la agitación social así como a los políticos y militares, garantes de los intereses capitalistas del bloque occidental.

El Partido Comunista, por su capacidad de control y de represión del movimiento huelguista, se ha impuesto en las instituciones. Por su parte, el Partido Socialista no tiene medios de hacer fuerza en el enfrentamiento social y se pone bajo la protección de la jerarquía militar. Con la tentativa de golpe de marzo de 1975, las corrientes conservadores tratan de derribar la tendencia del momento. Pero el compromiso popular, el odio al fascismo son tales que los derechistas son barridos. Ese fracaso —y el consiguiente reforzamiento de las corrientes de izquierda del Partido Comunista— abre la segunda fase de la Revolución de los Claveles, con la constitución de un gobierno cercano a las posiciones del Partido Comunista.

Contra las colectivizaciones

Hasta comienzos de 1975, el proletariado agrícola de los latifundios del Alentejo —región situada en la mitad sur del país— permanecía a la espera, manifestando su apoyo al Partido Comunista. El primer gobierno provisional, por otra parte, se había apresurado a legalizar los primeros sindicatos obreros agrícolas.

Durante siglos, esos obreros habían sobrevivido a un sistema de trabajo temporero que simbolizaba para ellos la explotación y la miseria capitalista. A pesar de las intenciones anunciadas por los nuevos dirigentes de tener en cuenta una reforma agraria, los grandes propietarios no cambiaron de actitud. Como siempre, los obreros agrícolas se encontraron sin trabajo el invierno de 1974-1975. En un primer momento, el descontento se expresó por medio de acciones directas —incendios de cosechas y de bienes pertenecientes a los latifundistas— y los grandes propietarios fueron blanco de atentados. A comienzos de 1975, las primeras ocupaciones de propiedades surgieron espontáneamente, al margen de cualquier iniciativa del Partido Comunista y sus cuadros sindicales. Pero los obreros agrícolas no dejaron de llamar al Ejército para que resguardara sus acciones.

Dos acontecimientos políticos —que traducen un cambio en las relaciones entre las fuerzas sociales— van a acelerar el movimiento de ocupación de las propiedades: el éxito de la manifestación de extrema izquierda obrera en Lisboa en febrero de 1975, y al mes siguiente, el fracaso del golpe conservador. Durante los primeros seis meses de ese año, el movimiento de ocupación se extiende a toda la mitad sur del país, con la excepción del Algarve, región de pequeñas propiedades. Si bien la lucha del proletariado rural no toma una forma explícitamente política, de contestación anticapitalista, su objetivo es claramente derrumbar las condiciones de propiedad existentes. Para conseguir los medios de vidas, expropian los latifundios. Los ocupantes no dividen las tierras en parcelas privadas, sino que organizan colectivamente el trabajo y la producción. Se crean cooperativas por aquí y por allá, pero de manera general la nueva forma de propiedad que se pone en marcha sigue siendo vaga.


No se trata de que durante el verano de 1975 los sindicatos agrícolas vayan a retomar el control del movimiento. En julio, el poder político interviene para darle un marco legal. La ley de expropiación de tierras transforma el movimiento de ocupación y de gestión colectiva de las tierras en reforma agraria. El espíritu colectivista de los obreros agrícolas, que no habían dividido los latifundios, facilita la tarea del Estado. A partir de este momento, el Partido Comunista y los militares reprimen las «ocupaciones salvajes, oportunistas e incluso antirrevolucionarias». Porque sobre el conjunto de las propiedades ya ocupadas, una buena cuarta parte queda fuera del campo de aplicación de la nueva ley… Para el Partido Comunista, la reforma agraria ha sido siempre concebida como una acción del Estado. Desde esta óptica, la nacionalización de los latifundios es la respuesta de éstos a la colectivización espontánea de la propiedad privada por parte de los obreros agrícolas.

Y aún más, para el Partido Comunista, la reforma agraria es un punto fundamental del proyecto de socialismo de Estado, cuyo fin es la reorganización de la producción agrícola y el aumento de la productividad. Las propiedades ocupadas, cooperativas o colectividades de producción, se convierten en Unidades Colectivas de Producción (UCP) gestionadas por cargos comunistas según criterios de rentabilidad económica, y se vinculan económicamente al Estado.

El Partido Comunista toma así el control económico y político de esta región que abarca la mitad sur del país. Pero, aunque el proletariado agrícola sigue viendo la reforma agraria como una reapropiación de los medios de vida, el aumento de la productividad y del rendimiento agrícola, programados por los comunistas, encuentra una fuerte resistencia. Los obreros agrícolas han aceptado sin quejas la nacionalización de las tierras colectivizadas, pero no están dispuestos a someterse a criterios de rentabilidad capitalista, y a plegarse al aumento de la productividad del trabajo mediante la reducción de la fuerza de trabajo.

El Estado contra el «poder popular»

La institucionalización de la reforma agraria no fue un caso aislado. De marzo a agosto de 1975, el gobierno de Gonçalves —que llevaba una política dirigista de intervención en la economía conforme a su orientación comunista— trata de normalizar la situación social. Para responder a las inquietudes populares ante el paro, y bajo la presión del Partido Comunista que encuentra en ello un medio de reforzar su implantación en el Estado, el gobierno acelera el proceso de nacionalización de empresas. Reglamenta sin parar, reprime movimientos, acciones o iniciativas independientes, buscando un acuerdo con las fuerzas políticas de la derecha, y de la Iglesia católica en particular. Por medio de financiaciones, y como lo había hecho con la reforma agraria, el Estado sofoca las experiencias de autogestión en la industria. En efecto, a partir del verano de 1974, y tras la ocupación de numerosas fábricas abandonadas por los patronos, se puso en pie una red de empresas en «autogestión», sobre todo en el textil. Esas empresas siguieron funcionando según las leyes del mercado, incluso aunque hubiera intentos de instaurar una mayor igualdad en los salarios, la rotación de tareas y el cuestionamiento de la jerarquía. En efecto, los trabajadores y las trabajadoras se limitaban a vender directamente al público las mercancías producidas y no lograban su salvación sino gracias al trabajo extra y al endeudamiento con el Estado. Al margen de una experiencia limitada de autogobierno de empresa, y en ausencia de una ruptura con la lógica capitalista, la autogestión se había transformado en auto-explotación.


En un año, el Partido Comunista ha pasado de ser un grupo clandestino a ser una fuerza política dominante en el Estado, una fuerza nada comparable con su implantación social. En las administraciones públicas y las grandes empresas, en los ministerios, sus militantes o compañeros de viaje ocupan puestos de responsabilidad.

Esta rápida ascensión y ese ansia de poder cristalizan miedos antiguos y hacen nacer una nueva hostilidad. Naturalmente, el Partido es rechazado por los sectores conservadores de la población sometidos al dominio de los notables, los caciques locales y la Iglesia, que conspiran abiertamente. Pero su actitud arrogante en el aparato del Estado y en los sindicatos, sus campañas productivistas de puro estilo estalinista y su oposición a los movimientos de huelga apuntan a los trabajadores más combativos. Se organiza una nueva corriente, denominada de «poder popular». Reivindican una alternativa al poder cada vez mayor del Partido Comunista y se han implantado en las zonas urbanas de Lisboa, Setúbal y Oporto, en torno a algunas comisiones de trabajadores o de habitantes de barrios pobres, y comités de soldados, organizaciones aparecidas en el verano de 1975. Si bien las concepciones vanguardistas del maoísmo dominan, las ideas de un socialismo no autoritario comienzan también a manifestarse.


En abril de 1975 tiene lugar en Lisboa el Congreso de Consejos Revolucionarios, por iniciativa de un pequeño partido que preconiza el reforzamiento de los vínculos horizontales entre organizaciones unitarias de base. Blanco de las fuerzas reaccionarias, que lo atacan, el Partido busca momentáneamente una alianza con la extrema izquierda y las organizaciones del «poder popular», para cambiar de opinión rápidamente y ponerse del lado de los militares conservadores que preparaban el golpe del 25 de noviembre de 1975. La posición de la dirección del Partido se siente responsable. En realidad, el aplastamiento de las corrientes izquierdistas por parte del Ejército no hizo sino cumplir los designios técnicos de los comunistas. «La actitud firme del Partido frente a una situación política y contra las acciones aventureras ha contribuido mucho a que el levantamiento militar del 25 de noviembre no haya desembocado en levantamientos en masa que muchos aventureros pseudorrevolucionarios hubieran deseado provocar y que habrían tenido trágicas consecuencias para el movimiento obrero y popular». Con ese reajuste de último momento, el Partido Comunista negocia su supervivencia política en la nueva situación. En el lenguaje estereotipado marxista-leninista, «salvar el movimiento obrero y popular» significa salvar la organización.

La ausencia de «doble poder»

Los límites de la experiencia portuguesa eran sobre todo inherentes al aislamiento de aquella agitación social y política en una Europa capitalista que seguía con aprensión los acontecimientos, temiendo un posible contagio a la vecina España. Ahora bien, la transición del régimen franquista hacia una democracia parlamentaria se desarrolla sin peligro para las fuerzas del capitalismo privado. Y el proyecto de un socialismo de Estado lusitano no podía encontrar el más mínimo apoyo en un bloque soviético, por entonces ya muy hundido en su crisis mortal.

Cuando una agitación social generalizada va acompañada del nacimiento de organizaciones independientes, todo ello dentro de un marco de debilitamiento del poder del Estado, se puede plantear la cuestión del doble poder. En Portugal, tras la caída del antiguo régimen, algunos cuerpos del Estado —las administraciones locales, los órganos represivos— parecieron afectados de parálisis. Pero esas instituciones no fueron desmanteladas, con la excepción de algunos servicios con demasiadas connotaciones con el antiguo régimen y finalmente superfluos en una democracia parlamentaria. El poder político había estallado, fraccionado en varios centros siempre en conflicto unos con otros. Pero nunca estuvo vacante, y nunca hubo doble poder.

La estructura golpista del Ejército —el Movimiento de Fuerzas Armadas— ha asegurado durante todo ese periodo confuso la continuidad del Estado. El Partido Comunista y el Partido Socialista cooperaron en el aparato del Estado con el fin de hacer aplicar mejor la ley y el orden. Para asumir bien ese papel, la izquierda ha jugado con el miedo constantemente, invocando los peligros del extremismo, del aventurerismo y, por último, la amenaza del regreso del fascismo.

Por su parte, los trabajadores, que habían descubierto su fuerza colectiva, no veían menos en el Ejército que en la izquierda la garantía de sus intereses. Y las organizaciones del «poder popular», cuando se enfrentaron al Partido Comunista y al Estado, han buscado siempre un apoyo en una de las fracciones del Ejército. Como si todos esperaran de las luchas en el interior del Ejército la salida del combate decisivo. Ya fuera respetando las instituciones legitimadas por los partidos de izquierda, ya fuera respetando la fracción izquierdista del Ejército.

Los últimos focos de la agitación social

El 25 de noviembre de 1975, un segundo golpe de Estado militar restaura la autoridad central del Estado, neutraliza los centros de poder de la izquierda militar. Lo fácil de la operación demuestra que las fuerzas militares, de las que se decía que estaban en manos de comités de soldados así como de grupos de extrema izquierda formados en el activismo y poseedores de armas, no era más que un camelo.


Las organizaciones del «poder popular» demostraron ser impotentes. Las luchas políticas incesantes, las divisiones, habían terminado por desgastar a los militares, vaciando a las organizaciones de toda iniciativa y de imaginación. En un movimiento social agotado, las autoproclamadas estructuras del poder militar revolucionario no eran más que conchas vacías.

Es importante desentrañar lo que durante dos años fue el producto de prácticas rígidas del vanguardismo, y lo que fue fruto de la acción autónoma de luchas, las experiencias de autogobierno. Las acciones directas, las ocupaciones de fábricas, la coordinación de las organizaciones autónomas, las expropiaciones de tierras y viviendas, las tentativas de gestión colectiva de la producción y el intercambio de bienes, la liberación de la palabra y del pensamiento crítico, todo ello vincula la «revolución de los claveles» a las corrientes modernas de emancipación social. Buscando respuestas a los problemas del momento, los trabajadores más combativos se enfrentaron al Partido Comunista y comprendieron la necesidad de construir un nuevo contenido para la idea del socialismo. El concepto recién nacido durante ese movimiento, no partidista, simboliza bien ese paso subversivo.

El fracaso de la «revolución de los claveles» significa la victoria de la transición democrática. La clase dirigente portuguesa podrá liquidar los arcaísmos del salazarismo y crear las bases de un nuevo ciclo de explotación del trabajo. Portugal está maduro para aportar su granito de arena al edificio europeo. Terminaron los días en los que «la poesía está en la calle», por emplear la expresión del pintor Vieira da Silva. A partir de ahora, será el día a día de la grisura y la náusea de la política insignificante, con su cortejo de mediocridades, de corrupciones, de sinvergonzonerías, de oportunismo y la violencia corriente en las condiciones de vida, del trabajo y del no trabajo.

(FEBRERO 2011)



Notas:

[1] El MFA fue creado clandestinamente en marzo de 1974 por oficiales de carrera opuestos a la política colonial del régimen. Convivían en su seno diversas tendencias, que iban desde los oficiales de izquierdas cercanos al Partido Comunista y de extrema izquierda a los oficiales democráticos conservadores.

[2] De 1926 a 1974, Portugal sufrió la mayor dictadura de la época moderna en la Europa occidental.

[3] En los primeros días, el pueblo puso claveles en los fusiles de los soldados insurgentes. De ahí la expresión tomada por los medios de comunicación.

[4] Declaración de un dirigente del Partido Comunista, 5 de diciembre de 1974.

[5] Entrevista de un dirigente del Partido Comunista, Expresso, 22 de junio de 1974.

[6] Alvaro Cunhal, 25 de mayo de 1974.

[7] Como consecuencia, la CGTP se encontró en competencia con un sindicato sometido a la socialdemocracia, la Unión General de Trabajadores (UGT).



domingo, 20 de abril de 2014

La canción 'Y Viva España' tiene su origen en un himno fascista italiano


JOSE IGNACIO DOMÍNGUEZ *

Hasta ahora se pensaba que la canción de Manolo Escobar Y Viva España tenía su origen en una canción titulada Eviva España, compuesta en los años 70 por el compositor flamenco y vendedor de pianos, Leo Caerts, pero no es así.

No existe la menor duda de que el origen de la canción Y Viva España está en un himno que cantaban los italianos fascistas durante la Guerra Civil española.

La historia es la siguiente:

El conocido político ultraderechista francés, Jean Marie Le Pen, tras su fracaso en las elecciones de 1962, fundó, el 15 de febrero de 1963, la SERP, Sociedad de Estudios y de Relaciones Públicas. La SERP tenía su sede en la rue de Beaune, 6, de París.

La SERP también fracasó pero Le Pen la reconvirtió en una editora de discos históricos y creó la colección HOMMES ET FAITES DU XXe SIÊCLE que tuvo un gran éxito comercial, sobre todo con la grabación clandestina del juicio al General Salan, jefe de los golpistas del ejército de Argelia.

El disco número 7 de esta colección discográfica está dedicado a la guerra de España. En la cara 2 del disco, editado en 1964, hay un himno de los fascistas italianos titulado Arriba España, cuyo parecido con la canción Y Viva España, es sorprendente.

Pinchando aquí, pueden ver la carátula del disco, donde consta que fue elaborado por la SERP, en la rue de Beaune, 6, y escuchar el himno Arriba España, para que ustedes mismos juzguen si este es el origen o no de la famosa canción Y Viva España.

Manolo Escobar ha manifestado a La Sexta que desconocía la existencia del disco de Le Pen, pero es muy probable que el flamenco Leo Caerts sí lo conociese.

 24/10/2012





* José Ignacio Domínguez es Teniente Coronel de Aviación, Comandante de Iberia, y abogado del ICAM. Fue portavoz en el exilio de la UMD.

sábado, 19 de abril de 2014

«La UE es el Cuarto Reich, el sueño de Hitler»



Cómo ganó Hitler la Segunda Guerra Mundial dice que una moneda única, un mercado común e incluso el nombre Estados Unidos de Europa son conceptos que idearon los nazis.

En la tienda digital Amazon Kindle se ha puesto a la venta un polémico libro titulado La Unión Europea: la verdad sobre el Cuarto Reich. Cómo ganó Hitler la Segunda Guerra Mundial. Los autores, Daniel J. Beddowes y Falvio Cipollini., presentan en la obra sus innovadoras opiniones sobre los orígenes de la UE y su función.

Los escritores se preguntan «¿Qué es la UE, a quién beneficia realmente? La respuesta es, sin duda alguna, a Alemania».

Analizando el resultado de la Segunda Guerra Mundial, aseguran que «aunque creemos que la ganamos, en realidad perdimos». «Consideramos que es obvio que actualmente vivimos en el Cuarto Reich».

Los autores llegan a afirmar que «los que apoyan la idea de la UE apoyan la política de los nazis».

En el capítulo titulado «La UE fue creada por los nazis», afirman que Walther Funk, presidente del Reichsbank y ministro de Economía del Reich, predijo la aparición de una unión económica europea. Hay que destacar que Funk fue uno de los principales consejeros de Hitler.

Según el libro, «los nazis querían eliminar la confusión que suponía una Europa compuesta de pequeñas naciones y su plan era muy simple, el sueño de Hitler era la UE».

Beddowes y Cipollini subrayan que «los aliados adoptaron la principal idea de Hitler», que incluía planes económicos para la creación de una unión basada en la federación.

Destacan que el primer ministro conservador británico, Edward Heath, en 1973 recibió 35.000 libras cuando el Reino Unido entró en la Comunidad Económica Europea y el ministro de propaganda de la Alemania nacionalsocialista, Joseph Goebbels, estaba orgulloso de que la cadena BBC apoyara la idea de la UE.

«No podemos encontrar ninguna diferencia entre el proyecto de Hitler de unos Estados Unidos de Europa con Alemania al timón y la Unión Europea actual», manifiestan los autores. 


viernes, 18 de abril de 2014

La OTAN: 65 años de crímenes 'humanitarios'

 
4 abril 2014

Aunque la OTAN fue fundada hace 65 años como una fuerza de seguridad colectiva, para muchos se convirtió en una mera fuente de conflictos armados en todo el mundo. ¿Por qué durante todos esos años la alianza no logró hacer del mundo un lugar mejor?

«¡Vae Victis!», «¡Ay de los vencidos!», fue la respuesta que el jefe galo Breno dio a los vencidos romanos cuando estos se quejaron de que la balanza con la que medían el oro que debían pagar para obtener la retirada gala estaba amañada. Con la soberbia del vencedor, Breno acompañó sus palabras lanzando su espada al plato de la balanza donde estaban los pesos, cuenta en su quinto libro el historiador romano Tito Livio.

Todo parece indicar que tanto los gobernantes de Estados Unidos como otros líderes de la OTAN aprendieron mucho de la historia, sobre todo de sus páginas más cínicas.

En su reciente discurso en el Palacio de Bellas Artes de Bruselas, el presidente estadounidense, Barack Obama, afirmó que EE.UU. y Europa no quieren controlar Ucrania y no buscan un conflicto con Rusia, sino que la OTAN ya hace 65 años que no hace sino llevar democracia.

El Tratado de la Alianza del Atlántico Norte, más tarde Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) fue suscrito en 1949 y según su artículo 5º persigue finalidades puramente defensivas y de ayuda mutua en el caso de un ataque contra alguno de los Estados miembro. Pero la historia ha vuelto a demostrar cómo saben mentir los Estados que se proclaman «demócratas».

Con la desaparición del bloque soviético el simple sentido común de varias personas les hizo pensar que desaparecería también la OTAN, pero ocurrió lo contrario: partiendo del viejo principio 'vae victis', el bloque incorporó países de Europa del Este pasando por alto los verdaderos e innumerables crímenes suyos.

Abajo les presentamos un breve 'guía' de los conflictos más sangrientos desatados por la OTAN en los últimos 20 años, diplomáticamente llamados por ellos «operaciones de mantenimiento de la paz».

65 años del «mantenimiento de la paz» al estilo de la OTAN

El desprecio a la vida o a la condición humana del otro, propio de las acciones militares de la OTAN, no es una novedad para los países que ahora forman parte de este bloque. Podríamos comenzar por la primera arma bacteriológica (mantas contaminadas con viruela) utilizada por los ingleses contra los indios de Delaware en 1763, seguir con las masacres que cometieron en distintos continentes en el siglo XVIII y XIX, etc. Sin embargo, nos limitaremos a recordar lo más reciente.

Antigua Yugoslavia
Víctimas mortales: 5.700 personas, incluidos 400 niños
Heridos: cerca de 7.000 civiles, 30% de ellos niños
Desaparecidos: 821 personas

Afganistán
Víctimas mortales: 35.000 personas
Refugiados: 500.000 personas

Y también: el agravamiento de los conflictos interétnicos, terrorismo, vertiginoso aumento del tráfico de drogas, etc.

Irak
Durante la guerra en Irak murieron cerca de un millón de iraquíes: las mayores bajas de la historia moderna. Una cuarta parte de ellos eran mujeres y niños. La OTAN utilizó en su intervención algunas armas prohibidas como el fósforo blanco.

Libia
Muertos: más de 20.000 personas (entre militares y civiles)
Refugiados: más de 350.000 personas

En agosto de 2011, el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, argumentó, con la misma arrogancia del 'leyendario' galo, que las acciones de los aviones de la OTAN en Libia no hicieron dañó a los civiles.

65 años de falsificaciones de la OTAN y de Estados Unidos

Vietnam
Como ejemplo de las estafas de EE.UU. puede servir el incidente en el golfo de Tonkin, en agosto de 1964, que sirvió de pretexto para una agresión sangrienta contra Vietnam. En 1964 el Pentágono anunció que lanchas norvietnamitas presuntamente habían atacado buques de la Marina estadounidense. Después de 40 años, el Gobierno de EE.UU. desclasificó documentos de archivos militares y se reveló que la campaña contra Vietnam del Norte fue descaradamente prefabricada. Tras el incidente de Tonkin, la Fuerza Aérea de EE.UU. emprendió una serie de bombardeos que causaron miles de víctimas entre la población civil.

Los países de la antigua Yugoslavia
La razón formal fue el descubrimiento en el pueblo kosovar de Racak, según los observadores occidentales, de una fosa común de 45 albaneses supuestamente fusilados por tropas yugoslavas. Más tarde resultó que se trataba de una falsificación organizada con la participación de las agencias de inteligencia occidentales. La gran mayoría de los enterrados eran militantes del Ejército de Liberación de Kosovo, muertos en distintas zonas de la provincia en enfrentamientos con las fuerzas de seguridad yugoslavas.

Paralelamente a la preparación para el ataque sobre Yugoslavia, el entonces presidente de EE.UU., Bill Clinton, estuvo implicado en un escándalo sexual por sus relaciones con Monica Lewinsky.

Resultado: durante los bombarderos de la OTAN no solo fueron destruidas las instalaciones militares de la Fuerza Aérea de Serbia y las empresas de la industria militar, sino también la infraestructura civil del país: puentes, fábricas, transporte, centrales eléctricas y líneas de transmisión.

Quizá la mejor calificación de los crímenes de Estados Unidos y de la OTAN en Yugoslavia fue dada por el ex mejor amigo de Occidente, premio Nobel de Literatura y defensor de los derechos humanos Alexánder Solzhenitsyn, que comparó las acciones de la Alianza con los crímenes de los nazis: «Lo peor de lo que está sucediendo hoy en día no es siquiera el bombardeo a Serbia, por difícil que sea decirlo, lo peor es que la OTAN nos ha trasladado a una nueva era. Tal como lo hizo anteriormente Hitler, al lanzarse a una de sus aventuras de turno y excluyendo a Alemania de la Liga de las Naciones (...), EE.UU. y la OTAN han dejado de lado el sistema de seguridad colectiva de las Naciones Unidas, el reconocimiento de la soberanía de los Estados. Comenzaron una nueva era: el que sea más fuerte puede presionar a los demás. Eso sí que da miedo...».

Irak
Las tropas estadounidenses y británicas invadieron este país bajo el pretexto de que Irak supuestamente tenía armas de destrucción masiva, es decir, bacteriológicas (ántrax). Una razón adicional fue, como de costumbre, la «lucha por la democracia».

La «democratización» de Irak ha costado la vida de un millón de iraquíes. Las armas bacteriológicas, por supuesto, no fueron halladas. Sadam Husein fue ejecutado públicamente.

En 2004 el secretario de Estado de EE.UU, Colin Powell, admitió que los datos que dieron lugar al sangriento ataque habían sido «inexactos», es decir, falsificados, en lenguaje corriente, y estaban basados en información proporcionada por la CIA. «Estoy profundamente decepcionado por esto y lo lamento», dijo Powell. Lo 'lamentamos' también, pero no lo olvidamos.

Utilización de armas inhumanas

Vietnam
El napalm es una especie de gasolina o gelatinosa, un combustible capaz de arder sin oxígeno. En otras palabras, el napalm literalmente quema a una persona aún viva y casi no hay manera de apagarlo. Más tarde, en 1980, la Convención de la ONU sobre la prohibición de armas prohibió el uso de esta terrible arma, pero antes las bombas de EE.UU. pudieron matar a miles de vietnamitas.

Los países de la antigua Yugoslavia
En la operación militar de EE.UU. contra Yugoslavia se utilizaron armas que causan grandes víctimas entre la población civil y prohibidas por la Carta de Núremberg, así como por las convenciones de La Haya y de Ginebra.

En primer lugar se trata de proyectiles de uranio empobrecido ampliamente usados en la martirizada tierra serbia. Siendo desarrolladas para destruir el material blindado, estas municiones al explotar son altamente tóxicas y radiactivas, peligrosas para los seres humanos y el entorno.

En segundo lugar, la OTAN utilizó las denominadas 'bombas de racimo', armas extremadamente peligrosas para la población civil. Una munición de racimo, o bomba 'clúster' es la que al alcanzar la altura programada por un altímetro se abre en el aire y deja caer centenares o decenas de submuniciones, normalmente de distintos tipos (antipersona, perforante, incendiaria, etc.) cubriendo una importante superficie.

Puesto que las submuniciones desperdigadas no siempre explotan, pueden convertirse en minas enterradas, conservando su peligrosidad terminada la guerra. Sobre todo presentan peligro para los niños por tener una forma llamativa, como pelotitas o latas.

Irak
La campaña militar en Irak se caracterizó por varios crímenes de guerra cometidos por la Alianza. Bastaría con recordar el escándalo de torturas y abusos de presos en la tristemente famosa cárcel Abu Ghraib.

Otra cara de esta operación democrática fue la violencia contra los civiles (asesinatos, violaciones, robos, sobre todo de museos). Y, por supuesto, el uso de uno de los peores tipos de armas químicas incendiarias: el fósforo blanco. Este tipo de arma que quema el cuerpo y disuelve la carne hasta el hueso, fue prohibido por una Convención de la ONU de 1980, aún no ratificada por EE.UU.