viernes, 25 de diciembre de 2015

Por nuevas «identidades» no identitarias

 

Por ANDREA PAPI

Europa, es decir Occidente, está persiguiendo sus propios fantasmas. Occidente nace y toma forma en Europa, creando un tipo de cultura, una lógica de dominio y un modo de ser sociedad, que se han dilatado creando diversas vías y una millonada de aplicaciones, siempre dentro del mismo territorio. También América (particularmente Norteamérica) forma parte por derecho propio de Occidente. Históricamente es una derivación de Europa que, tras el descubrimiento de 1492, la colonizó, masacró a las poblaciones nativas y se apoderó de ella, separándose después de la «madre patria» de origen. También las actuales estructuras territoriales y situación política de África son fruto del colonialismo despiadado de Europa, que desde hace varios siglos considera normal imponerse como amo de una buena parte del mundo. Todavía, aunque de modo más atenuado, continúa considerándose como tal.

Sin embargo, hoy su antiguo imperio está declinando sin remedio; tanto es así que está mostrando signos manifiestos de cansancio y crisis. Su incapacidad para resistir y absorber a las masas de prófugos y migrantes que a oleadas comprimen sus fronteras, es el signo más evidente y dramático, con episodios trágicos, del declive de Occidente, de la decadencia de su credo, de su arrogancia milenaria, de su inquietud reducida a expresiones de un afán cada vez más patológico.

Un signo de los tiempos

Con frecuencia hemos leído y escuchado de todas las fuentes de información que millones de miserables, angustiados por las prevaricaciones inenarrables en sus países de origen, están llamando a las puertas de Europa. Aparecen como una incontrolable masa crítica, empujados por guerras, violencias y brutalidades, los seres queridos asesinados con métodos terriblemente crueles, hambre y miseria como condiciones imprescindibles. Su viaje de fuga hacia una ansiada salvación imaginaria es como horcas caudinas, donde despiadadas mafias de esclavistas y negreros contemporáneos les estupran, les torturan, les despojan de lo poco que poseen y, por tierra y por mar, los amontonan a la fuerza en medios de transporte en lo que a cada instante arriesgan la vida, constreñidos en condiciones donde prima la precariedad y la falta de higiene. Sus testimonios concuerdan: afrontan todo ese martirio porque si retornasen sería todavía peor. Estamos más allá de toda ferocidad imaginable, porque en tales «círculos infernales» actuales, efecto colateral de la modernidad occidental, no hay nada que envidiar a la trata de esclavos de dieciochesca memoria.

En este tsunami de seres humanos infelices que huyen de su tierra, tornada inhabitable por la desmesurada avidez de los amos asalvajados, veo algo más que la contingencia que empuja a esas personas a huir y emigrar, a aceptar incomodidades extremas y peligros porque en cualquier caso son siempre más aceptables que los del país que abandonan. Lo veo como un signo de los tiempos, que se propone como una ruptura capaz de derribar las barreras y los esquemas consolidados con los que Occidente había creído poder encerrarse en un recinto impenetrable, con la esperanza de que no pudiera agrietarse. Datos actualizados de las agencias de la ONU informan de un fenómeno planetario que supera ampliamente los 500 millones de personas migrantes en todo el mundo. Las razones, aparte de ser obviamente específicas de tanto en tanto, son en conjunto muy similares en todas partes: los sistemas de dominio están creando sistemáticamente mucha desesperación.

Detrás de todo esto existe un sueño rompedor de cambiar lugares y situaciones, de experimentar, de ponerse a prueba. La tecnología informática unida a la red global es capaz de informar velozmente sobre las condiciones existentes en cualquier rincón del planeta, desafiando al deseo y a la imaginación, empujando a emprender proyectos de vida. La tecnología contemporánea, continuamente actualizándose y perfeccionándose, ofrece muchas posibilidades de viaje, más allá de que estos desesperados de hecho empleen meses y años para trasladarse sin la certeza de que van a llegar, constreñidos como están por implacables mercaderes de esclavos. Nada impide que su imaginario individual enlace con la posibilidad de movimiento que les hace soñar, haciéndoles aceptar condiciones que en otras circunstancias serían inaceptables. Incluso sin los desastres de la guerra y del hambre que producen las oleadas humanas a que estamos asistiendo, estoy convencido de que de manera más débil se producirá una transmigración endémica constante, porque es la misma condición tecnológica y social que continuamente se produce para servir de estimulante y detonante para las constantes y continuas migraciones.

Pero el viejo mundo está oscilando

Desde el momento en que los sistemas de dominio vigentes, con su tarea especulativa antihumana, están determinando condiciones de masa humanamente inaceptables, el mundo en que vivimos es cada vez más inhabitable. Y por eso es una reacción justa y compartible la de los marginados que se están trasladando para intentar no sufrir la imposición de un destino tal. A pesar de todo, esta sacrosanta necesidad se enfrenta con las estructuras de poderes políticos obsoletos que todavía regulan la convivencia social. Es una especie de contraste involuntario entre el nivel de dominio y el del ejercicio de poder. Los sistemas de dominio, hegemonizados en primer lugar por la especulación financiera con sus oligarquías fluctuantes, que son universales y se mueven en un ámbito supraestatal, determinando condiciones extraterritoriales engobladoras y obligatorias. Incluso la economía productiva misma es cada vez más global y continuamente rebasa o viola las fronteras nacionales.

La cultura y la práctica de la gestión de los territorios son ahora, por el contrario, el emblema de los poderes nacionales y de las exclusividades territoriales. Afrontan el problema de los movimientos migratorios, que se están convirtiendo en parte constitutiva de la convivencia global, como si fuesen una complicación del control estatal para contener una invasión, con tensiones y dificultades de gestión cada vez mayores. El viejo mundo, que todavía impera con sus lógicas de control policial de los territorios, con sus visiones de pertenencia identitaria nacionalista y con su atávica voluntad de hegemonía jurisdiccional, está oscilando. Corre seriamente el riesgo de encontrarse desarticulado de las tendencias hegemónicas superestatatales que se enaltecen menospreciando y superando los lugares nativos, sobre todo determinadas tendencias por las que los pueblos están destinados a no tener más patrias, a desaparecer en cuento etnias o culturas distintas o separadas. Es un futuro mucho más cercano de lo que se puede suponer.

Para comprender cómo afrontar el problema de las migraciones en vez de sufrirlo, sería necesario proyectarse imaginativamente en una dimensión que ahora no tiene lugar, pero que muy probablemente está destinada a convertirse en una constante planetaria. En todos los campos en los que se mueve el hombre, las nuevas tendencias que surgen tienden a traspasar, si no a triturar, las fronteras políticas y nacionales, determinando una superación de hecho de esas barreras, de esas obligaciones, de esas visiones de las que la histórica expresión son los Estados políticos.

La enseña del mestizaje

Nosotros los anarquistas, únicos y legítimos herederos de la perspectiva simbolizada por el conocido «nuestra patria es el mundo entero», teóricamente tendremos a nuestra disposición todas las herramientas y el patrimonio cultural y de proyectos para proponer y experimentar cosas adecuadas. En cualquier caso, las dimensiones y el impacto disolvente de estos nuevos fenómenos migratorios nos encuentran sin preparar, no a la altura de los tiempos. El anarquismo tiene en su ADN el rechazo del concepto de frontera y de la lógica de los muros y de la segregación racial. Quisiéramos que la gente llegara a autogestionarse, no que sea absorbida y englobada, como está sucediendo con las «ayudas del Estado», cuando decide «acoger» a los nuevos expulsados. Nuestro punto de vista representa sin duda un horizonte valiosísimo para encontrar nuevas perspectivas y nuevas modalidades de agregación y convivencia.

Sería necesario determinar una tendencia que contuviera la posibilidad de dilatarse y enriquecerse recíprocamente, según la cual hombres y mujeres de toda especie pudieran moverse y encontrarse sin ser obligados, encapsulados, constreñidos o coaccionados de ninguna manera. El modo común y mutuo de relacionarse el uno con el otro a través de formas de autoeducación recíproca deberá ser el del intercambiar ideas, proyectos, modalidades organizativas, haciendo posible compartir los bienes, las emociones y la calidad de vida.

Con la enseña del mestizaje como nueva frontera debemos estar seriamente implicados en la búsqueda de nuevas y universales «identidades no más identitarias».

domingo, 20 de diciembre de 2015

CNT, las elecciones y la abstención activa


Por CNT

Las elecciones de este 20 de diciembre representan un momento importante en el proceso de movilizaciones que se inició en 2011. Por eso ha llegado la hora de que la izquierda en general adopte una sana dosis de realismo. Hay que poner los pies en la tierra y reconocer que no existe una vía fácil ni rápida a la transformación social que muchos buscamos. La evidencia histórica es abrumadora en este sentido: después de siglo y medio de experimentos y propuestas de todo cuño, ninguno de los muchos partidos que se han presentado a las elecciones con propuestas de cambio social (¡y mira que son!) ha logrado sus objetivos a través de las instituciones. Ni siquiera cuando han alcanzado el poder, han conseguido por sí solos (esto es, sin una fuerte movilización que les apoye en la calle) realizar ninguna de las modificaciones que se proponían de partida. Efectivamente, la historia demuestra que la vía institucional, la participación en elecciones y la ostentación de cargos, no son en absoluto formas de consolidar la capacidad política conseguida mediante la movilización y la participación, sino al contrario, la mejor manera de dilapidarla. Ejemplos hay muchos, desde el propio PSOE, que lleva desde 1879 causando vergüenza ajena, hasta el más reciente ejemplo de Syriza en Grecia. Ganar unas elecciones no es fácil, de por sí, pero incluso cuando se consigue, el camino a las transformaciones que se proponen sigue sin estar despejado.

No, no existe una vía rápida a la transformación social y, desde luego, ésta no pasa por las instituciones. Hay que ser realistas y reconocerlo así. Nunca han faltado propuestas de cambio de todo tipo, desde las simples llamadas a la regeneración democrática o contra la corrupción hasta planes para acabar con el capitalismo. Y sin embargo, se han visto incapaces, por sí mismas, de salir del anonimato político o de tener la fuerza suficiente para imponer estas modificaciones a un sistema que se resiste a toda alteración, aunque sólo sea por inercia social. A nivel global se puede comprobar que, cuando algún partido rupturista ha despuntado, lo ha hecho aupado por una extensa movilización en las calles o por lo menos gracias a un clima político participativo. Sólo cuando existe una potente fuerza externa al propio sistema electoral democrático, puede aparecer un actor social con capacidad de romper las dinámicas complacientes e inherentemente conservadoras del parlamentarismo. Los partidos políticos que surgen o medran al calor de las movilizaciones y las protestas son entes parasitarios que se nutren de esa fuerza. El panorama reciente en España es buena prueba de ello.

A partir de ese instante, la vía institucional, lejos de suponer una extensión de la capacidad política conseguida por la participación directa, es la manera más segura de desperdiciarla. Quienes aseguran, por ejemplo, que la movilización muere en sí misma y que es necesario encauzarla hacia las instituciones para que consiga cosas concretas, toman la parte por el todo. El primer logro de las movilizaciones es, a menudo, el cambio de paradigma político que les permite plantearse siquiera «asaltar los cielos». Después, este tipo de argumentos parte de la base de que conseguir representación parlamentaria o cargos municipales es un triunfo en sí mismo. Este juego de trileros hurta los logros de la participación política directa, mediante la movilización, y los sustituye por el espejismo de la presencia institucional, ensalzada como victoria, independientemente de su efectividad posterior. Pero a su vez, esta dinámica tiene el efecto perverso de erosionar la propia movilización de la que se nutre. Por eso los partidos rupturistas acaban perdiendo su base, al cabo del tiempo, una vez que entran en el juego parlamentario. Por un lado, el funcionamiento de la democracia electoralista les exige renunciar a sus propios fundamentos para llegar a un número mayor de votantes. Por otro, encauzan la fuerza transformadora de la movilización hacia el engranaje parlamentario: todo se supedita al esfuerzo electoral e institucional, con lo que se desinfla la participación y, a largo plazo, desaparece la base de apoyo que permitió al partido en cuestión romper la barrera de la representación. Es decir, mal que les pese a algunos, estas dos estrategias no son compatibles, porque la institucionalista acaba fagocitando a la de la participación directa.

Eso no quiere decir, desde luego, que apostar por la movilización sea un camino de rosas. No cabe duda de que la vía de la participación directa presenta enormes dificultades, que en buena medida no se han sabido resolver. Es cierto que entre salir a la calle a manifestarse, sin más, y constituir un sujeto político y social colectivo media un abismo, que a menudo ha sido infranqueable. Pero si acaso, esto debe ser un acicate más para dotarnos de herramientas teóricas y prácticas que nos permitan completar este proceso y aprovechar las enormes fuerzas que desata la movilización y la participación masiva. No se trata, en ningún caso, de mantener una movilización de forma indefinida, como alternativa al parlamentarismo, algo imposible a la par que fútil, sino de asentar las bases de la transformación social mediante la constitución de este sujeto político colectivo. Algo que sólo puede surgir en el seno de la movilización y que la agota, superándola, al ponerle un plazo limitado de realización. Eso sí es salir a ganar.

En cierto modo, es comprensible que muchos de quienes alientan estas luchas, frente a las enormes dificultades que plantea este proceso, se dejen cautivar por los cantos de sirena de los institucionalistas y su discurso prefabricado sobre las limitaciones de la participación directa. Pero teniendo en cuenta que, a juzgar por la experiencia histórica global, tampoco el electoralismo es garantía de nada, más nos valdría conservar la potencia de la movilización corriendo por sus propios cauces, antes que dirigirla hacia unas instituciones en las que se sabe de antemano que va a desparecer. No, tampoco la movilización es una vía rápida o sencilla hacia el cambio, pero por lo menos es la única que no aboca a un callejón sin salida.

Dejando aparte estos argumentos generales, estas elecciones son, como decíamos al principio, especialmente importantes en el contexto español, porque representan un punto de inflexión en la dinámica social. Al ser ésta la última votación en un ciclo electoral extenso que parece alargarse desde las europeas de 2014, va a ser el momento a partir del cual comprobaremos si se retoma la agitación social que habíamos vivido hasta entonces, o si por el contrario se ha cerrado el ciclo y nos esperan otras tres décadas de paz social. Independientemente del resultado que arrojen las urnas, algo hasta cierto punto indiferente, esta dicotomía va a ser la que de verdad va a definir el clima político de los próximos años. Evidentemente, que las dinámicas sociales se dirijan en un sentido u otro va a depender de muchos factores, ninguno de los cuales es controlable a priori. Pero por lo que a nosotros respecta, como CNT, podemos asegurar que nuestra apuesta sigue firme por la participación directa, por la construcción de una verdadera alternativa, basada en la autogestión, la acción directa y la reivindicación de nuestro estatuto de clase obrera combativa.

Por ello, os invitamos a tod@s a empezar 2016 ya en diciembre, como un año de reconstrucción de los movimientos sociales, de recuperación de todos los derechos que hemos perdido los trabajadores y las trabajadoras en estos últimos tiempos. Os invitamos a no votar a nadie en las elecciones y a participar, en cambio de todas las luchas reivindicativas, para recuperar ese gigante dormido que somos todas cuando salimos a la calle. El primer paso es, como acto consciente, ejercer la abstención activa. Por aquí sí empieza el cambio.

domingo, 6 de diciembre de 2015

1936, una experiencia que no se olvida

 

Portal OACA
3 diciembre 2015

El 19 de julio de 1936 ocurrió en España un acto muy significativo para la historia revolucionaria: el general Francisco Franco daba un golpe de Estado en España contra la República y como respuesta a ello el pueblo se subleva en media España deteniendo el golpe franquista. Comenzó la guerra civil, pero al mismo tiempo se libraba una revolución, haciendo posible lo que hasta ese entonces se consideraba una utopía.

Corría la década de 1930, y en el mundo ningún otro país como España representaba realmente un baluarte de la Revolución Social y del anarquismo. Había ocurrido ya la Revolución rusa de 1917, siendo aplastada la voluntad popular del pueblo ruso; Stalin era el amo y jefe de Rusia y del Partido Comunista.

En España la CNT (Confederación Nacional del Trabajo) y la FAI (Federación Anarquista Ibérica) ejercían su influencia sobre la gran mayoría del movimiento obrero revolucionario, en Barcelona esta mayoría era por demás evidente. Cuando Franco dio el golpe contra el Gobierno de la República (buscando reinstaurar la monarquía) en julio de 1936, esta última pretendía solucionar el conflicto de manera diplomática, al mismo tiempo que negaba las armas a los trabajadores, a quienes que temía más que al propio fascismo amenazante.

Las primeras horas del alzamiento franquista en Marruecos fueron de completa efervescencia en las calles de Barcelona: el pueblo se encontraba en las calles dispuesto a defenderse del agresor, pero sin las armas que el Gobierno negaba. Ocurrieron los primeros enfrentamientos con las fuerzas de seguridad del gobierno y lograron obtenerse las primeras armas. Inmediatamente militantes de la CNT y de la FAI comienzan a requisar camiones y carros particulares del gobierno y de los burgueses, en los que se pintaron con letras blancas las insignias que habrían de marcar esos primeros momentos: CNT-FAI.

El pueblo comprendió que los anarquistas se jugaban el todo por el todo y estallaron en ¡hurras! a ellos. Rápidamente el pueblo, organizado en milicias autónomas, se alzó con las pocas armas que tenía, derrotando en más de media España a los militares fascistas sublevados.

Es en las zonas y regiones liberadas donde había sido derrotado el fascismo, habiendo un vacío de poder y una fuerte influencia del movimiento anarquista, se dio paso a la posibilidad de hacer del ideal una práctica real: los trabajadores colectivizaron las empresas de los propietarios fascistas en fuga, se socializaron los medios de producción, los campesinos colectivizaron las tierras y los bienes de la Iglesia fueron confiscados por el pueblo. Las iglesias fueron incendiadas en infinidad de ocasiones y cuando toda imagen de Dios había sido sacada, se utilizaban como almacenes o escuelas laicas.


Sin embargo los gobiernos y las potencias democráticas del mundo no iban a quedarse con los brazos cruzados (irónicamente actuando en ese sentido, quedarse con los brazos cruzados): se creó el Comité de No Intervención, comedia qué pretendía hacer que nadie interviniera en el conflicto español; sin embargo, la Italia de Mussolini y la Alemania de Hitler ayudaban directamente a Franco. La URSS se mantuvo al margen hasta no ver los beneficios económicos y políticos que la desgracia española podía rendirle. Por medio de este Comité-burla se congelaron los fondos bancarios de España en todos los países y se negaron todos a suministrar armas al pueblo español. Se iba tranquilamente a presenciar el ataque de Franco (con ayuda de Italia y Alemania) a un pueblo al que se le negaba todo. La URSS se decide a intervenir en el conflicto vendiendo armas viejas de la guerra de Crimea al pueblo español, armas por las que se exigía las riendas de la guerra y preferencia en la distribución de las armas en buena condición al Partido Comunista de España. Poco después salieron para Rusia 500 toneladas de oro del Banco de España, que pudiendo haber servido para comprar armas o renovar la industria de guerra catalana que era deficiente, sin embargo ese oro sirvió para llenar las arcas de Stalin y con ello la contrarrevolución se hizo más fuerte.

Mientras se reconstituía el gobierno de la República, que supuestamente tenía por finalidad llevar a buen término la guerra, en Aragón se establecieron las colectividades a iniciativa de los campesinos, anarquistas en su mayoría. Pero llegados los miembros delegados de la URSS y los embajadores de la misma, se dan a la tarea de atacar las colectividades anarquistas, militarizar las milicias (que hasta ese momento no habían adoptado la disciplina de cuartel) y comenzando los asesinatos de muchos miembros del anarcosindicalismo. Cuando llega mayo de 1937 la situación en España venia ya a menos: el gobierno se hallaba ya en su gran mayoría en manos del Partido Comunista de España y de la URSS, para quien trabajaban. Las derrotas venían sucediéndose, y ya eliminadas las milicias, los conflictos internos se agudizaban. La censura gubernamental trabajaba a todo vapor, las chekas rusas mataban sin piedad a quienes se atrevieran a contradecir al PCE y a la República, esa misma República que hacía unos meses se había negado a dar armas a los trabajadores, esa misma República que trató de negociar con el fascismo para detener su avance, esa misma República y ese mismo PCE que ponían todos los obstáculos a las conquistas de los trabajadores.

En mayo de 1937 (el 3) ocurren los sucesos de Barcelona, en donde la policía trata de ocupar el edificio de la Telefónica desde donde los trabajadores intervenían las comunicaciones del gobierno y se enteraban de sus intenciones de matar la revolución. Las barricadas llenaron de pleno las calles de Barcelona y se trató de matar de una vez al enemigo contrarrevolucionario: el PCE-PSUC. Al final la lucha se detuvo, pero se reforzó el poder del gobierno de Valencia y a partir de aquí la revolución se encontraba más amenazada que nunca: se destruyeron las colectividades anarquistas en Aragón (11 de agosto) y se procedió a una cacería de brujas de los elementos anarquistas en todo el territorio antifascista. Se creó el SIM (15 de agosto), órgano que habría de servir de Santo Oficio a las fuerzas de la contrarrevolución del PCE.

Al año siguiente las derrotas del ejército antifascista continuaban, y en diciembre de 1938 las fuerzas de Franco se deciden atacar de una vez por todas el bastión de la revolución española: Cataluña.

Ésta cae en manos de los fascistas en enero de 1939, siendo culpa entera de la ineptitud del gobierno de Juan Negrín, su séquito gubernamental y sobre todo de las fuerzas militares al servicio de la URSS en España (por el sector de Líster y Modesto fue por donde entraron los fascistas).

La lucha se trasladó entonces a la zona centro sur: Madrid.

De vuelta Negrín y el Estado mayor del PCE se ven en la situación de que las fuerzas que se encontraban aquí no iban a permitir que nuevamente tomaran las riendas de una lucha que Negrin y compañía habían no sólo perdido por completo, sino que lo habían hecho voluntariamente.


En abril de 1939 la revolución española se perdía definitivamente y con ella el número de exiliados se elevó. En Cataluña fueron aproximadamente 600.000 los españoles que cruzaron la frontera con Francia para ser enclaustrados en los campos de concentración; en Madrid fueron aproximadamente 400.000 los que salieron con distintos rumbos (México, Argentina, Uruguay, etc.), más de un millón de españoles tuvieron que dejar sus tierras para no volver nunca, o volver a la muerte del dictador (20 de noviembre de 1975).

La derrota de la revolución española significó la pérdida no solo de una lucha en un lugar determinado, sino la pérdida (momentánea) de la oportunidad de realizar un mundo nuevo. El significado de la revolución española para el movimiento revolucionario no puede ser más grande: la llamada utopía es algo real.

Lejos de las esferas gubernamentales el logro de la revolución se debe a los trabajadores, a quienes con sus manos construían un mundo nuevo, forjado según sus concepciones de la sociedad libertaria. Lejos del ambiente del Gobierno, en los campos, en fábricas y en los talleres era donde ese mundo nuevo desbordaba, donde los hombres y mujeres eran hermanos y las desigualdades habían sido eliminadas. Es verdad que hubo errores, pero el carácter anarquista de esta revolución fue una bofetada a la URSS, a los gobiernos republicanos y democracias burguesas, fue un ejemplo de que ese mundo nuevo es posible, fue una demostración a las generaciones actuales de que una sociedad sin Estado y sin autoridad es posible, que una revolución no debe ser necesariamente la dictadura, ni que no hay más camino que seguir al líder, al dirigente o partido político alguno.

La demostración bravía de los camaradas anarcosindicalistas de la CNT, de la FAI, de las FIJL, no ha dejado de estar dentro de la memoria de los trabajadores revolucionarios. En España murieron muchos de los mejores nombres, pero a la vez que los trabajadores anarquistas daban la vida por la revolución, una muerte más ocurría en los campos, en las fábricas y en los talleres: moría la utopía... ¡porque la realización de nuestras ideas no solo es deseable, sino también posible!

Erick Benítez Martínez

martes, 1 de diciembre de 2015

Michel Collon acusa a los responsables del terrorismo


En estas horas dramáticas, recibimos gran cantidad de preguntas en nuestro sitio web, en nuestro Facebook, que tienen que ver siempre con dos preguntas: ¿Cómo es posible que cosas como estas se produzcan? y ¿cómo detenerlas, cómo impedir que esto recomience?

21 noviembre 2015

Un estudiante francés de origen marroquí, Amin, me escribe lo siguiente:

«Sin excusas o justificaciones a la barbarie, pero tomemos consciencia de que el monstruo no nace, se fabrica. Sobre nuestro territorio (En Francia, en Bélgica) él se fabrica en el rechazo, la exclusión, la humillación, la explotación y el abandono, frente al discurso de extremistas y fanáticos de todos los bandos. Fuera de aquí —dice él— él se fabrica en la matanza, la destrucción, la desesperación, y bajo las bombas de los sanguinarios de todos los bandos. —Él termina— la humanidad es una y es indivisible, no hay ninguna diferencia entre el llanto de una madre que ha perdido un hijo en el bombardeo del hospital de Kunduz por las fuerzas de la OTAN, y ese de un padre que ha perdido su hija en un concierto en el corazón de Paris.»

Como lo he dicho a menudo, nuestra emoción y nuestras condolencias son para las familias de la victimas de todos lados. Pero también plantean la exigencia de verdaderos debates. Insisto diciendo claramente, que más allá de los hechos, necesitamos las causas. E insisto y digo:

Yo acuso al seños Fabius, Hollande, Valls de ser responsables por lo que pasó en Paris, por la simple razón de que Fabius declaró: «Al-Nusra, es decir, Al Qaeda en Siria, hace un buen trabajo». Reconociendo la alianza de hecho entre Francia y los terroristas en Siria, y antes era el caso en Libia y en otros países.

Yo acuso las relaciones con los regímenes de Arabia Saudita y de Qatar que propagaron este adoctrinamiento, esta intoxicación, de algo que se pretende islamista pero que no tiene nada que ver con el Islam, que es una falsificación del Islam. Y yo no soy el único en acusar, ya que el señor Alain Chouet, quien era responsable de DGSC (Dirección General de la Seguridad Exterior) declaró, le cito:

«En Oriente Medio, en el Sahel, en Somalia, en Nigeria, nosotros Francia somos aliados de aquellos que esponsorizan, desde hace 30 años, el fenómeno terrorista, aliados con aquellos que esponsorizan los terrorismos. Y él continúa— nos cansamos atacando a los que ejecutan, es decir, a los efectos del wahabismo, pero no a sus causas y no lograremos detener los atentados, a menos que coloquemos un policía detrás de cada ciudadano.»

Yo acuso la alianza con Arabia Saudita y Qatar.

Yo acuso la alianza con Turquía que ha dejado pasar miles, decenas de miles de euro-yihadistas sobre su suelo, para ir a cometer en Siria, las mismas atrocidades que vemos ahora en Paris. Yo acuso a Turquía de ayudar a comercializar las reservas de petróleo de Daesh y a financiar este movimiento terrorista. Y yo no soy el único, la señora Hybaskova, quien es la embajadora de la Unión Europea en Irak, declaró a la Comisión de Asuntos Extranjeros del Parlamento Europeo, la cito: «Desgraciadamente, estados miembros de la Unión Europea compran este petróleo, no puedo dar más detalles.»

Yo acuso esta alianza con Turquía de ser funcional al terrorismo. Y de una forma general, yo acuso a los Estados Unidos de haber utilizado el terrorismo, donde sea que esto le fuese útil, donde sea que ellos mismos no se atrevieran a usar sus tropas terrestres. Esto comenzó con la operación Bin Laden en Afganistán, continuó en Yugoslavia, Bosnia-Kosovo, en el Cáucaso, luego en Irak, Libia y Siria, habiendo todavía otra serie de países. Los Estados Unidos en ciertos momentos combaten el terrorismo y en otros lo utilizan cuando eso les conviene.

Y, alguien dirá, ¿Cómo explica usted que si ellos financiaron el terrorismo, ahora estos terroristas vienen a golpear el centro mismo de Francia sobre el suelo europeo? No hay que ver esto como un complot donde la CIA organiza todo de A a Z y controla todo infaliblemente. Sí, ellos lo han organizado, pero no es un complot. Es una alianza entre fuerzas que existen y que tienen su propia agenda. Lo mismo que Bin Laden, quien había trabajado para los Estados Unidos y luego se volvió contra ellos. Ahora tenemos Al Qaeda en Siria y Daesh y todos esos movimientos terroristas que trabajaron para los Estados Unidos, pero que tienen su propia agenda, y ahora se ponen en contra porque la alianza no va más.

Yo acuso de una forma general también a los EEUU de haber mostrado el ejemplo de la violencia, de haber llevado guerras todo el tiempo desde hace 25 o 30 años y de haber mostrado a todos los pueblos que los problemas, se intenta, se quieren resolver por medio de la violencia. Les recuerdo que la Carta de la ONU prevé que todos los conflictos deben ser negociados, no tenemos el derecho de hacer la guerra. Esta estrictamente prohibido por la carta de la ONU desde 1945 y les recuerdo que Wesley Clark, un general de los EEUU había revelado que la administración de los EEUU en 2001 habían decidido de tomar, yo cito, siete países: Afganistán, Irak, Irán, Somalia, Sudán, Libia y El Líbano, ellos ya lo habían anunciado en 2001. Por lo tanto ya había un programa para desarrollar la guerra.

Yo acuso esta alianza con Israel por envenenar, por sembrar un clima de odio en  Oriente Medio y por mostrar que se mantiene el colonialismo por medio de la violencia y, de hecho, el rechazo a negociar. Esto es sobre el plano de las causas exteriores de este terrorismo, pero hay también causas interiores en Francia, en Bélgica, en los países europeos, que hacen que ciertas personas caigan en el engaño de este terrorismo.

Y yo acuso la discriminación racista hacia los inmigrantes, ya sea referida al empleo o a la vida cotidiana. La discriminación, el delito de portación de rostro, los controles, la humillación policial, es eso evidentemente que provoca una rabia, un enojo que, la mayoría de las veces, busca expresarse de una forma totalmente positiva, y en el caso de uno u otro que se vuelve loco a causa de esta indignación y de este desprecio, nos hacemos intoxicar pero por gente que, de hecho, son amigos, ya que es Arabia Saudita quien intoxica los jóvenes de los barrios populares para utilizarlos como carne de cañón.

Por lo tanto yo acuso esta discriminación racista y acuso igualmente, el hecho de que algunos le impiden a la escuela de desempeñar el rol que debe desempeñar. Quisiera recordarles, que cuando tuvimos los atentados odiosos contra Charlie, tuvimos enseguida la ministro de educación francesa Najat Vallaud-Belkacem que declaró, le cito:

«Hubo numerosísimos cuestionamientos de parte de los alumnos y todos hemos escuchado: "sí, yo apoyo a Charlie, pero las dos varas distintas, ¿por qué defender la libertad de expresión aquí y no allá?" Fin de comillas y la ministra continúa Esas preguntas nos resultan insoportables, sobre todo cuando las escuchamos en la escuela, que es la encargada de transmitir valores.»

Pero eso no es la escuela, eso es la Policía. Una ministro de la Educación que dice que los jóvenes no tienen derecho de cuestionarse y de discutir con sus profesores. Pero es así exactamente como empujamos a los jóvenes en los brazos del terrorismo. Yo estuve el sábado pasado en una reunión de profesores para la Escuela Democrática, aquí en Bruselas, talleres donde los profesores intercambian sobre la manera de formar, lo mejor posible sus jóvenes, y todos me decían lo extremadamente difícil que es actualmente, como nos faltan elementos y a menudo estamos desmotivados a lanzar verdaderos debates y desarrollar verdaderos conocimientos sobre todos estos problemas entre los jóvenes.

Yo acuso la amalgama hecha actualmente entre los migrantes, los refugiados, los terroristas, los islamistas, etc. No es un problema de migrantes. Esta gente no deja su país porque quieren venir a nuestro buen clima o porque tienen negros pensamientos. Esta gente deja su país para huir la miseria y la guerra que nosotros, gobiernos occidentales, hemos llevado a su país. Somos nosotros quienes hemos destruido su país. Los migrantes peligrosos, no son aquellos que intentan cruzar el Mediterráneo para salvar sus familias de la miseria o de la muerte. Los migrantes que son peligrosos son las personas como Sarkozy, como Bernard-Henry Lévy, que se dan el derecho de ir a Libia y decir, ustedes tienen que hacer esto, ustedes tienen que derribar este gobierno, ustedes tienen que darle el petróleo a Francia, obviamente. Esos son los migrantes peligrosos. O bien, Hollande, Valls, Fabius, que van a Siria como si fuera su casa y deciden todo lo que debe hacer Siria. Esos son los migrantes peligrosos desde mi punto de vista.

Y yo acuso finalmente, el hecho de que ciertas personas intenten utilizar estos eventos trágicos para propagar el odio hacia los musulmanes, para propagar la islamofobia. Esa es una cosa que yo ya había puesto a la vista y que todavía hemos visto recientemente. En la televisión no hemos tenido, prácticamente, debates donde pudiéramos verdaderamente discutir sobre el fondo de las cosas. Y en lugar de eso, hemos tenido, a veces, llamados al odio absolutamente asombrosos. El domingo pasado en la televisión belga, tuvimos un tal Moniquet que, dicho por él mismo, ha trabajado para el servicio secreto francés-israelí, alguien de la extrema derecha, y él dijo lo siguiente:

«No hay democracia en el mundo árabe, no hay una universidad válida en el mundo árabe, hay pocas creaciones artísticas en el mundo árabe, no hay creaciones científicas en el mundo árabe; bueno, ya sé, me dirán en el siglo VII, sí, pero estamos en el siglo XXI.»

Pero eso es completamente falso, ese es el problema. No es un problema de árabes o musulmanes o cristianos. Bush se decía cristiano e hizo los horrores que hemos visto en Irak y en otras partes, pero no vamos a tirar a todos los cristianos al infierno porque Bush haya hecho eso. Es lo mismo, lo que pasa acá, no tiene nada que ver con la religión del Islam. Y yo quisiera remarcar dos cosas. Cada vez que hubo, en el mundo árabe o musulmán, dirigentes que eran demócratas o que no eran demócratas pero que en todo caso eran laicos y querían modernizar su país, ¿que hizo el Occidente? EI los ha asesinado o los ha derrocado. Hemos hecho eso en Egipto, hemos hecho eso en Irán, hemos hecho eso en Libia, hemos hecho eso en Siria. Por lo tanto, hay de todas formas una hipocresía fundamental, ustedes se quejan porque el mundo árabe y musulmán no es democrático, pero cada vez que hay un demócrata ustedes lo derrocan para que las multinacionales puedan controlar el petróleo y robar los pueblos locales, lo que es evidentemente, muy democrático.

Por lo tanto, estamos en la hipocresía absoluta y entonces aprovechamos para divulgar un discurso de pánico y miedo hacia los musulmanes, que son peligrosos. Y evidentemente así, lo único que hacemos es tirar combustible sobre el fuego.

La pregunta que nos preocupa a todos es ¿Cómo vamos a impedir la repetición de tales atentados? Y nos dicen que nuestros gobiernos nos protegen. Por ejemplo, cuando un niño pregunta ¿qué es el terrorismo?, la television le responde lo siguiente:

«Es difícil luchar contra el terrorismo, ya que los guerrilleros se esconden y disponen de medios sofisticados para actuar. Pero la mayoría de los países hacen todo para proteger sus ciudadanos. Francia dispone, por ejemplo, del plan Vigipirata. Un conjunto de medidas basadas en la vigilancia que ya han permitido frustrar varios atentados

En realidad, nuestros gobiernos no nos protegen. Yo pienso que son ellos los que han creado el riesgo de estos atentados en Paris y en otras partes. Y no soy el único en decirlo. Alain Chouet, de quien yo he hablado, un ex dirigente de la Dirección General de Seguridad Exterior ha denunciado la actitud de Francia sobre la cuestión de la prevención del terrorismo, le cito:

«Los servicios de seguridad sirios le han ahorrado a Francia, en varias oportunidades, terribles catástrofes que terroristas de origen árabe, se disponían a provocar. Sólo la información provista por los servicios sirios nos han permitido frustrarlas y salvar vidas inocentes. Y da un ejemplo Hemos obtenido, gracias a la cooperación con Siria, informaciones invaluables, que nos han permitido frustrar en 2008, un plan terrorista que hubiese causado miles de muertes en el metro de Paris. Gracias al Coronel Makhlouf hemos podido desmantelar e interceptar un grupo de los más peligrosos terroristas de Al Qaeda. Y entonces él se sorprende de la política francesa y el dice ¿Cómo podemos meter en la lista de sanciones francesas y europeas este oficial Makhlouf, quien ha sido herido al momento de una operación contra terroristas que atacaban las embajadas francesa y americana en Damas. Imaginen que alguien salve nuestros hijos de una muerte segura y en lugar de agradecerle, nuestra diplomacia lo trata de terrorista y lo mete como un criminal sobre una lista de sanciones, y además —dice élle agradecemos, financiando, nosotros, atentados terroristas sobre su territorio. Es una política razonable

Esta es la opinión de un responsable oficial de la seguridad en Francia. En base a esto, yo insisto en enviar un llamado para que justamente, podamos movilizarnos para evitar la repetición de tales actos.

Yo creo que para detener este engranaje de guerras, de terrorismo, de atentados, es absolutamente necesario decir ¡STOP! a las guerras, a las intromisiones. Lo he dicho, la guerra es ilegal, no es una forma de resolver los conflictos internacionales. Y si se quiere hacer la guerra, sean claros: Es porque se persiguen otros intereses: el negocio, el petróleo, el gas, sus riquezas, etc. Entonces lo que quieren no es una solución, sino alejar la gente que no quiere que le robemos su petróleo.

Por otro lado, es muy importante decir ¡STOP! al colonialismo de Israel. Es bien sabido, que la gente aquí tiene rabia porque ellos ven que se apoya el terrorismo y el colonialismo de Israel, que podemos masacrar los palestinos, que podemos enviar la gente a los hospitales para matar gente, que podemos masacrar niños en la calle y que por todo eso, no solo que no hay sanción, sino que además lo apoyamos armando a Israel para hacer estas cosas. Es importante frenar el colonialismo de Israel. Es importante detener el rol espantoso desempeñado por Arabia Saudita y Qatar. Es necesario detener nuestras relaciones con estos países, en tanto y en cuento no hayamos puesto fin a este financiamiento del terrorismo, a este adoctrinamiento, y en tanto y en cuanto no dejemos a sus poblaciones evolucionar hacia una democracia.

Es necesario igualmente, dar fin a la injerencia de Turquía que ayuda a Daesh, permitiéndole exportar su petróleo y proveyendo todos estos combatientes que pasan por allí. Y yo creo necesario por todo esto, desarrollar absolutamente un debate en las escuelas. Es extremadamente importante que en las escuelas podamos hablar de todo esto. E igualmente son necesarios más y verdaderos debates en los medios de comunicación. Hasta aquí no ha habido, y las personas que dicen este tipo de cosas son excluidos y censurados en los medios. Es necesario que todo el mundo lo sepa. La gente como yo que hacemos investigaciones, hace 4 años que decimos lo que va a pasar. Hace 4 años que denunciamos el carácter criminal de esta guerra.

Hace cuatro años, por ejemplo, yo escribí un libro en el cual yo decía, la guerra de Sarkozy contra Libia es una guerra por el petróleo, una guerra por el dinero. Y en las grandes redacciones de los informativos de los grandes medios, decían: ¡Otro conspiracionista! Y ahora, aparece Clinton que en sus memorias dice: «Sí, Sarkozy lo que quería era el petróleo libio. Era una guerra por dinero.» ¿Cuántas veces vamos a esperar que esto sea confirmado?

Sobre el punto de vista de los medios. Si hubiésemos hablado como era necesario de la muertes en Libia, de las muertes en Irak, de las muertes en Siria, víctimas de los mismos actos terroristas y si hubiéramos dicho cuales eran la causas, puede ser que eso hubiera impedido los atentados como estos de Paris.

Mi llamado es el siguiente. Ahora estamos en el cruce de caminos. Podemos ir por mas represión, más espionaje, obviamente, hay que tomar medidas contra el terrorismo, pero espiar y restringir las libertades de todos los ciudadanos no es para nada una solución. Yo pienso que, es necesario, frente al terrorismo, no menos libertad sino más libertad. Y esto pasa por la libertad de debatir, esto pasa por la libertad de informarse. Y en este sentido yo he visto una cosa alentadora en uno de los debates del fin de semana en la televisión francesa, es la actriz francesa Catherine Frot que ha declarado:

«Me di cuenta que no comprendía nada y pienso que no soy la única a no comprender nada de esta historia, del pasado y del presente de esta historia en la cual estamos. Y me dije que tenía ganas de cultivarme, que hoy los jóvenes tenían interés por cultivarse, por comprender el sentido de la historia.»

Creo que ese es un llamado fundamental, para poder comprender la situación, para poder pesar sobre las decisiones debemos cultivarnos, formarnos para comprender la historia, para comprender los intereses económicos y estratégicos que están en todos estos conflictos, y para comprender los principios de la propaganda de guerra, es decir, la forma en la que nos manipulan. En Invetig’Action, una parte de nuestro trabajo, al lado de la Newsletter, del sitio web y la cadena de videos que es en formación, hacemos libros referidos a esto para que cada uno pueda formarse y ser capaz de debatir alrededor de sí mismo y de sobrepasar los medios mentirosos que escuchamos. Por ejemplo, La stratégie du chaos con Mohamed Hassan, todo un capítulo sobre Arabia Saudita, ¿Qué es el wahabismo, qué rol desempeñan y cuál es el lugar de Arabia Saudita en alianza con Israel y en las manos de los Estados Unidos?

O Syriana de Bahar Kimyongür quien explicaba, hace ya cuatro años, que son efectivamente terroristas que fueron usados y que las manifestaciones democráticas de partida y las manifestaciones sociales con respecto a la política del gobierno sirio que era legitimo, fueron enseguida utilizadas y transformadas, corrompidas hacia una violencia terrorista porque lo que se quería no era la democracia en Siria, sino tomar el control de Siria. En Libye, OTAN et médiamensonges : Manuel de contre-propagande, yo había analizado las verdaderas razones de la guerra contra Siria, contra Libia, disculpen, y explicaba que los Libios no estaban para nada liberados, pero que iban a enterrarse en el infierno como Irak y lamentablemente es lo que pasó.

En Jihad, made in USA, Grégoire Lalieu y Mohamed Hassan explican lo que pasó verdaderamente en Siria y en Egipto, explican también que no hay un sólo islamismo, que es un concepto vago y confuso, sino que en realidad hay varias corrientes, muy contradictorias entre . Hay islamistas que están en las manos de los Estado Unidos y hay quienes los combaten. Por lo tanto, hay que analizar esto de una manera fina y precisa.

Recientemente, Arabesque$, una investigación sobre el rol de los EEUU en la revuelta árabe de Ahmed Bensaada, es un análisis muy interesante para ver cómo los EEUU controlaron y manipularon los ciberactivistas y los movimientos de protesta en Egipto y en Túnez, para hacer de cuenta que se cambian las marionetas, pero que nada cambia y que sus intereses económicos sean preservados.

Y en Je suis ou je ne suis pas Charlie ? yo he estudiado el fenómeno de la islamofobia, los problemas de la inmigración y describo la complicidad permanente, desde hace 30 años, entre los EEUU y el terrorismo. La utilización del terrorismo por los EEUU. Y quisiera decir que mis fuentes en este libro son únicamente fuentes que provienen de los EEUU, obviamente.

Para terminar hago un llamado. Estamos en un cruce de caminos. El mundo está cambiando muy rápida y brutalmente. Esto puede bascular en el sentido de aún más peligro, aún mas guerra, y es eso lo que algunos quisieran. Utilizando los atentados de Paris como un pretexto para ir a invadir Siria y recolonizar todo Oriente Medio y luego ocuparse de Hezbo, Hamas, la resistencia palestina y a todo aquel que no se ponga de rodillas. Puede ir en ese sentido, más guerra y entonces más atentados y más terrorismo, o puede ir en el sentido contrario.

Comenzar a tomar conciencia de que esto ya no puedo continuar, que debemos escapar de este espiral, de este engranaje. Que debemos restablecer la fraternidad y el dialogo sin importar la religión ni los orígenes ni la cultura. Que debemos intentar comprendernos, y que debemos intentar comprender, todos juntos, como poner fin a la guerra. Poner fin a los atentados. Cómo podemos ir hacia un periodo que será marcado por la paz, la justicia, el progreso. Y eso, para mí, la lucha por la paz, pasa por una lucha por una información correcta.

¡Muchas gracias!

Michel Collon
 16 de noviembre de 2015, Molenbeek (Bruselas)