jueves, 25 de junio de 2015

Consejo de Guerra a 24 antimilitaristas en Valladolid

  Hace casi 20 años un tribunal castrense absolvía a una veintena de antimilitaristas acusados de «allanamiento de dependencias militares», y como ya ha pasado tiempo del suceso, pues, creo que ya va siendo hora de contarlo y recordarlo. En el año 1994 sacamos dos panfletos que contaban el caso, aquí os lo pongo:


EL JUICIO DE LOS 24

Para el próximo día 20 de septiembre [de 1994], y con la posibilidad de prolongarse para los días 21 y 22, serán juzgados en un Consejo de Guerra Militar veinticuatro antimilitaristas civiles, entre ellos dos mujeres. El motivo es por allanamiento de dependencias militares el pasado 18 de noviembre del año 1989; han pasado ya unos cinco años desde que esta veintena de personas entraran en el Juzgado Militar situado en la calle de Fray Luis de León. Para todos, el fiscal militar pide 8 meses de cárcel, excepto a tres que eran por entonces menores de edad y a los que se pide 5 meses.

Es sorprendente, a la altura de los tiempos en que vivimos, que civiles sean juzgados por militares en un Consejo de Guerra (aunque estos últimos no lo denominen así ahora), solo por el supuesto «delito» de intentar entrevistarse con el Juez Togado Militar para informarse sobre su situación personal, recordemos que en ese año el Ejército era quien se encargaba del asunto de la Insumisión, aunque ahora digan que se «lavan las manos». Este hecho también fue motivado por la sentencia a trece meses de prisión a los dos primeros insumisos en ser juzgados por negarse a hacer la «mili» que ocurrió en Barcelona días antes.


El suceso transcurrió de una manera pacífica y sin uso de violencia. Esta veintena de personas entraron en el edificio y al no estar presente en el momento el juez militar, decidieron esperarlo en las escaleras. Al rato entraron varios agentes de la policía y los desalojaron a la fuerza. Reteniendo en contra de su voluntad a dos de estos civiles, a los cuales tomaron sus datos y amenazaron. Mientras en la puerta del Juzgado varios soldaditos de la PM alardeaban y chuleaban de ser unos expertos en el manejo de la porra ante gente indefensa y con las manos vacías. O sea, a los militares les haces una visita y te echan los perros.

Meses después, veinticuatro personas estaban procesadas por lo militar, tras prestar declaración ante el juez militar (hay que matizar que al principio solo fueron procesados los dos retenidos con anterioridad por la policía en el edificio, y que estos dos presentaron una lista de autoinculpados voluntariamente, el resto), y todos fueron sometidos a la situación de Libertad Provisional en espera de juicio y con la obligada presentación quincenal en las comisarías de la ciudad. Esta Libertad Provisional fue rechazada y desobedecida por la mayoría, lo que trajo consigo la Orden judicial de detención y encarcelamiento decretada por el mismo juez militar, estando hasta preparados los alojamientos en el 'Hotel Villanubla'. Y lo más sorprendente de esto, la misma fiscalía militar o Acusación apeló un recurso en contra de dicha Orden, alegando que al ser personas civiles y con una vida ordinaria, tal orden militar no era necesaria, y que solo quieren llamar la atención; a esto se llama un lavado de imagen.


Todo esto último ocurrió hasta mediados del año 1990, y desde entonces no se supo nada más del tema hasta hoy, en nuestros días del año 1994, para hacer la puñeta a la gente los militares y así demostrar que sirven para algo; con todo lo que hemos visto en estos últimos años sobre el tema de la Insumisión y el antimilitarismo y la represión a la que se ve acosada. Esto es un fiel reflejo más de lo molesto que es el tema al Estado y a su brazo armado, el ejército, que aunque se disfracen de democráticos y defensores de los Derechos Humanos todavía se vislumbra su verdadera naturaleza totalitaria y represora de toda protesta y disidencia (que sólo aspira a una sociedad más justa, libre y solidaria, lo que denominan peyorativamente como 'Utopía').

Es curioso que el mismo ejército juzgue a estos individuos e individuas por entrar informalmente en el edificio, cuando este ejército entró a cañonazos en el mismo recinto que antaño era la histórica Casa del Pueblo y ahora el Juzgado Militar, esto sucedió en la noche del 18 al 19 de julio de 1936, inicio de la Guerra Civil española. Este juzgado que es un edificio público, mantenido por la población civil que dicen los militares defender; ¿quién debería ser juzgado más que el propio Ejército?

Y lo peor de todo es que entre estas personas que van a ser juzgadas hay varios insumisos con condena o en espera de juicio, a los cuales se les podría agravar su situación individual con eso que se llama la Ley. Terminamos remitiéndonos a un retazo que escribió el filósofo Miguel Morey en un artículo periodístico:

«... Un Estado fuerte es aquel capaz de acallar toda insumisión, pero una sociedad que desoye a sus disidentes es una sociedad sin Pueblo, es una sociedad que no es nadie».

Ya va siendo hora que la sociedad se de cuenta del papel auténticamente solidario y fraternal que ejercen los insumisos, los cuales deben ser reconocidos como Hijos del Pueblo y no delincuentes.

¡Saludos antimilitaristas y por la Insumisión!

EL AULLIDO
Nº 2, julio 1994



EL JUICIO DE LOS 24 (II)

Como ya todos sabréis, pero para quienes no lo sepan, el juicio militar o Consejo de Guerra a los veinticuatro antimilitaristas, que allá por el año 1989 entraron en las dependencias judiciales del Juzgado Militar de Valladolid, que estaba previsto para los días 20, 21 y 22 de septiembre del presente año en el mismo edificio ha sido suspendido y aplazado a una fecha indefinida. Aunque antes de ser suspendido fue trasladado de lugar, del Juzgado Militar de la calle Fray Luis de León a un cuartel militar situado en las afueras en el Pinar de Antequera, por motivos de seguridad de los militares (no querían que alrededor de donde se produjese el Consejo de Guerra a civiles se concentrase la gente y hubiese manifestaciones). Por la suspensión del juicio, los militares aducen argumentos como el de la imposibilidad de poder contactar con algunos testigos y acusados; aunque como también las fechas coincidían con las Fiestas de la ciudad y la llegada del ex-presidente de los USA. George Bush [padre] a dicha ciudad, el ayuntamiento intercedió en el asunto hipócritamente.

Pero lo más sorprendente de todo esto, ¿quiénes son los militares para juzgar a la gente civil? ¿Y bajo qué criterio lógico y moral se permiten la desfachatez de hacerlo? Esta gentuza que pertenece a una de las instituciones u organismos más salvajemente crueles y sanguinarios que han existido en la faz de la Tierra, el ejército.

Ejército que todos los años retiene en contra de su voluntad, o sea, secuestran, a miles de jóvenes en los Cuarteles, para que trabajen gratuitamente para ellos y así les sirvan y aprendan a obedecer ciegamente sin rechistar.¿Pero la servidumbre o esclavitud no fue abolida hace tiempo? Sacan a los jóvenes de su ámbito afectivo y social para explotarles y utilizarlos para futura carne de cañón; y descargar sobre éstos su ira infantil (me refiero a la absurda e inhumana disciplina castrense).


También tenemos la apropiación indebida del Erario Público (el dinero de todos) para financiar y comprar sus juguetitos de la muerte, las armas. Que se produce a través del Ministerio de Defensa. Los militares, en especial los altos mandos, que forman parte de los detentadores del Poder, son imprescindibles para el mantenimiento del injusto e insolidario Orden social establecido. Por eso el ejército es el brazo armado del Estado. Tienen estos unas creencias y una moral que consideran estar por encima de la población civil, y en algún caso Pueblo, y al creerse ser poseedores de la Verdad y el Deber (son unos idealistas) no escatiman la posibilidad de hacer oír sus sables y tomar el Poder dictatorialmente. Recordad los pronunciamientos y golpes de Estado que ha habido a lo largo de la historia, en nombre de sus valores en defensa de la Patria.

Para acabar citaremos a Milan Kundera:

«A los que creen que los regímenes totalitarios son producto de seres criminales, se les escapa una cuestión esencial: los que crearon estos regímenes criminales no fueron los criminales, sino los entusiastas, convencidos de que habían descubierto el camino al paraíso. Lo defendieron valerosamente y para ello ejecutaron a mucha gente. Más tarde se llegó a la conclusión generalizada de que no existía paraíso alguno, de modo que los entusiastas resultaron ser asesinos...»

EL AULLIDO
Nº 3, octubre 1994


  Y, tras la sentencia absolutoria, en el año 1996 otro número sacamos...



JUICIO DE LOS 24...
y se acabó

Más vale tarde que nunca, por eso se comenta. Ya son más de dos los meses que han pasado, en enero, desde que se dictó y comunicó la sentencia; un Tribunal militar ha absuelto a los veinticuatro (excepto uno que fue declarado en rebeldía al no poder ser localizado para declarar antaño). Los veinticuatro estaban pendientes de un Consejo de Guerra por lo militar, a pesar de ser todos civiles. Se dictó sentencia sin pasar previamente por la Vista Oral; porque, después de todo este tiempo, el fiscal cambió de parecer.

Durante todos estos años (seis años en libertad provisional con el riesgo de ingresar en prisión) los militares han jugado con la vida de estas personas, cuando pudieron salir indemnes hace tiempo. Pero, qué se creerán estos comportándose como los antiguos señores feudales que «por magnanimidad» perdonaban la vida de sus vasallos rebeldes.

Para refrescar un poco la memoria: en noviembre de 1989 más de una veintena de compañeros y compañeras antimilitaristas entran en las dependencias del Juzgado Militar de Valladolid, para ser luego expulsados a la fuerza por los policías. Después de ser obligados a declarar ante los militares, son procesados por la vía militar y puestos en libertad provisional a espera de juicio desde entonces. En septiembre de 1994 se tuvo previsto hacer el Consejo de Guerra en un cuartel de los arrabales de la ciudad, que tuvo que ser suspendido y aplazado por la intermediación del Ayuntamiento de Valladolid que no quería jaleos. Todo esto se comentó en los anteriores números 2 y 3 de este panfleto 'El Aullido'.

La razón de la sentencia absolutoria ha sido canalizada desde muy arriba, el Borbón, para cambiar la imagen del ejército y quitarse de en medio el «marrón» que les venía encima (en una democracia parlamentaria no se podía juzgar por lo militar a civiles) Creerán que con este lavado de imagen conseguirán frenar la Insumisión (a pesar de la inhabilitación laboral y de los quinientos insumisos que han pasado por las cárceles), pues son más de dieciséis mil los que se han negado a prestar el servicio militar y la prestación social sustitutoria, y los que vendrán.

El ejército como brazo armado del Estado-Capital, tiene la función de mantener el orden establecido, que es fastidioso e insolidario. Esta institución tiene el objetivo de modelar la conducta de los jóvenes para convertirlos en sujetos dóciles y sumisos que adopten los valores permanentes de la crematística, de la misma forma que se crearon los manicomios, hospicios, escuelas, fábricas y cárceles, herederos del Despotismo dieciochesco, son lugares para adocenar y cosificar al Pueblo entre cuatro paredes de fácil control. De ahí el carácter antipopular de la leva forzosa, como se ha demostrado a lo largo de la historia, como la Semana Trágica barcelonesa y otros. La Insumisión, más que un mero acto individual basado en la Conciencia (concepto teológico propio de los mártires en vez de revolucionario), es un acto social de disidencia política que rechaza este tipo de servidumbre moderna.

La Insumisión tiene su lógica como acto transformador y crítico de la situación social actual. ¡Larga vida a la Insumisión!

EL AULLIDO
Nº 11, abril 1996


sábado, 20 de junio de 2015

Breve biografía de Fermín Salvochea

Por José Luis Gutiérrez Molina, historiador

Extraído de ferminsalvochea56.blogspot.com

A los 100 años de la muerte de Fermín Salvochea. Vigencia de un propagandista por el hecho


"Salvochea no eran sus artículos periodísticos que, incluso,sus seguidores nunca habían leído. Ni tampoco era los Libros ni los ensayos eruditos. Era el ejemplo, su vida de sacrificios para que el pueblo tuviera justicia, un apostolado... Eso importaba más que su programa"
DIEGO ABAD DE SANTILLÁN, Ayer, hoy, mañana


Retrato de Fermín Salvochea.

Juventud y primeras influencias (1842-1864)


Salvochea es uno de los anarquistas que pueden considerarse “burgueses desclasados”. Su padre era exportador de vinos a la Gran Bretaña. Un tráfico que, durante su infancia, estaba en pleno auge y fue la causa por la que, quinceañero, marchó a Inglaterra para aprender la lengua de sus clientes e iniciarse en los secretos del negocio. Su madre, Pilar Álvarez Benito, era prima de Mendizábal, presidente de Gobierno y autor de la desamortización eclesiástica de 1835.

El niño Fermín estudió en el prestigioso colegio de San Felipe Neri hasta 1858. En esa fecha su vida experimentó un gran cambio al marchar a Inglaterra. Fueron seis años de aprendizajes.

Quizás no en la dirección esperada por su familia. Entre Liverpool y Londres descubrió a personas e ideas que, según propia confesión, le influyeron grandemente. Uno fue Thomas Paine, difusor de los principios de la Revolución Francesa y “hombre de acción”, pudo darle a Salvochea el gusto por la acción y el internacionalismo. De origen inglés, fue diputado francés y uno de los impulsores de la independencia de los Estados Unidos. Sus palabras “mi patria, es el mundo; mi religión, hacer el bien y mi familia, la humanidad” tuvieron una gran ascendencia en el joven gaditano.

Otro fue Robert Owen. De él posiblemente conoció los principios comunistas que inspiraron sus experiencias comunitarias, sus ataques a la propiedad privada y al matrimonio. Charles Bradlaugh le hizo ateo. Predicador anglicano terminó por cuestionar los dogmas eclesiásticos. Durante los años en que Salvochea estuvo en Inglaterra, Bradlaugh publicó una serie de folletos en los que rechazo la existencia de Dios. Su influencia se puede rastrear en el anticlericalismo y los contactos con círculos libre-pensadores que mantuvo Salvochea.

“Lo demás vino solo”. Cuando regresó a Cádiz estaba impregnado de los grandes principios que guiarían su actuación:

Republicanismo,
Igualitarismo comunitario,
Ateísmo,
Internacionalismo.


De conspirador a presidiario (1864-1873)

La actividad pública de Salvochea comenzó poco antes del Sexenio Revolucionario. El periodo que va de la sublevación de Prim, Topete y Serrano en Cádiz, en septiembre de 1868, a la restauración de la monarquía borbónica en 1875. Salvochea fue uno de los “demócratas”, con conciencia social, que pensaban que el nuevo régimen no sólo debía satisfacer las demandas burguesas sino también mejorar las condiciones de vida de las clases populares.

Hacía años que España vivía un caldo de cultivo propicio para las conspiraciones contra Isabel II. En Cádiz, unos grupos se articulaban en torno a las ideas de Fernando Garrido, que se definía como “republicano socialista”. De ellos saldrían los creadores del Centro Obrero Federal de 1870. Otros hacían causa con Rafael Guillén Martínez, José Bartorelo y Ramón Cala. Seguidores de Charles Fourier cuyo pensamiento se había difundido desde los años treinta en la provincia. Por sus calles circulaban periódicos como el madrileño La Democracia, del republicano Emilio Castelar, y El Demócrata Andaluz de Roque Barcia. En éste parece que Salvochea publicó, en 1866, su primer artículo protestando por las medidas represivas del general Narváez. Ahí se formaron los militantes del republicanismo gaditano. Tras los fracasos del general Prim en enero de 1866 y de la sublevación del cuartel de San Gil en Madrid en junio, los opositores a Isabel II unieron sus fuerzas.

Fue entonces cuando Salvochea comenzó a ayudar a los encarcelados o a quienes pasaban por la ciudad para embarcar hacia el destierro. Una intervención que terminó por tener un importante papel en la red de apoyo del levantamiento de septiembre de 1868. Una conspiración apoyada por los demócratas gaditanos que encabezaron la Junta Provincial Revolucionaria en la que participaron personalidades como el jerezano Ramón de Cala, el físico Eduardo Benot y el agrónomo Francisco Lizáur. El joven Salvochea ocupó la jefatura de uno de los dos batallones de “Voluntarios de la Libertad” creados por el nuevo cabildo gaditano.

Poco tardaron los demócratas gaditanos en comprender que sus objetivos no iban a ser asumidos por el nuevo gobierno. Así que decidieron actuar. A fines de septiembre la Junta gaditana, entre otras medidas, suprimió los monopolios del tabaco y la sal, consideró el tráfico con las Antillas como de cabotaje y redujo los aranceles aduaneros. Unas medida que Madrid suspendió creando un gran malestar. Si los intereses de la burguesía gaditana no eran satisfechos, menos aún lo fueron los de las clases populares. Ni se suprimieron los consumos ni se democratizó el servicio militar. Por eso, cuando se ordenó, en diciembre, el desarme de los Voluntarios la situación estalló. Las milicias gaditanas se negaron a entregar las armas y los enfrentamientos comenzaron. Un ejército, al mando del general Caballero de Rodas, se dirigió hacia Cádiz que fue ocupada.

Salvochea reivindicó la responsabilidad de los enfrentamientosy fue encarcelado. Su fama se extendió hasta el punto de que, para que fuera puesto en libertad, fue elegido, en enero de 1869, diputado. Sin embargo, no pudo ocupar el escaño. Se le retiró el acta y no recobró la libertad hasta una amnistía otorgada en mayo. Fueron estos meses durante los que se acentuó su desconfianza en el Estado. No fue, el único, otros militantes republicanos también terminarían en un federalismo impregnado de reivindicaciones populares como la devolución de los bienes comunales arrebatados a los municipios.

Cuando los federales catalanes se sublevaron en octubre, los de la provincia de Cádiz se les unieron. Un grupo armado, con Salvochea al frente, se dirigió a Medina y Paterna en donde se unió al de Cristóbal Bohórquez. Mientras las Cortes autorizaban el procesamiento militar de los diputados implicados, se produjo el enfrentamiento final que terminó con su derrota. Algunos, entre los que estaba Salvochea, se refugiaron en Gibraltar. Del Peñón se dirigió a Francia y se instaló en París. En España fue juzgado en rebeldía y condenado. Comenzaba su primer exilio y sus contactos con los revolucionarios europeos.

En junio de 1870 una amnistía posibilitó su regreso a Cádiz donde continuó militando en el Partido Federal pero, también, comenzó a hacerlo en la Internacional obrera. Tras la proclamación de la I República en febrero de 1873, el 12 de julio Cartagena proclamó el Cantón. El 19 se constituyó el Comité de Salud Pública en Cádiz. Lo encabezó Salvochea y participaron republicanos y obreros. En las semanas en que controlaron la ciudad insistieron en la supresión de impuestos, el desestanco del tabaco, la incautación de edificios religiosos, la separación Iglesia-Estado, la abolición de las quintas y la formación de cuerpos voluntarios. El 30 de julio una columna mandada por el general Pavía ocupó Sevilla y se dirigió a Cádiz. El 3 de agosto los cónsules se hicieron cargo de la ciudad y formaron, con distintas personalidades conservadoras, una Junta Provisional. Al día siguiente fue arriada la bandera roja del Cantón. Salvochea compareció ante un consejo de guerra que le condenó a veinte años de cárcel que, después, el Supremo, transformó en prisión perpetua.

Hasta 1882, cuando se fugó, permaneció en los penales africanos de La Gomera, El Hacho y las islas Chafarinas. Sus estancias en prisión, ésta y la posterior, fueron momentos claves para la construcción de la leyenda de Salvochea. Sus casi dieciocho años encarcelado se convirtieron en una muestra del coste de la acción individual. De nuevo se instaló en París, aunque pronto marchó a Londres y, ya en otoño, en la localidad fronteriza portuguesa de Vila Real de San Antonio.

En 1883 viajó a Orán y Tánger en donde permaneció hasta 1885. Tras la muerte de Alfonso XII y la nueva amnistía decretada volvió a Cádiz. Salvochea ya se proclamaba anarquista.

El anarquista

En 1886 los federales decidieron participar en las primeras elecciones convocadas por la Reina Regente. Se dirigieron a Salvochea para que fuera su candidato. Sin embargo el ex alcalde que, desde su regreso a la ciudad en 1885, se había mantenido alejado de la política, no aceptó. No esperaba nada de la política y pensaba que el único camino, para la emancipación de los trabajadores, era la transformación de la propiedad privada en colectiva e impedir así la explotación de clase. Seguramente, durante los largos años de prisión en que había terminado la última aventura política, había llegado a deducciones. Su encuentro en 1871 con la Internacional le abrió al compromiso social. La ruptura con el federalismo no parece sino el fin de un camino.

El pensamiento de Salvochea se configuró en torno a una serie de principios. En primer lugar, el antiparlamentarismo. En enero de 1891, con motivo de las primeras elecciones con sufragio universal masculino, aseguraba que no esperaba nada de los parlamentos, ni siquiera de uno republicano, como ya había quedado demostrado en los Estados Unidos y Europa. La única esperanza era una revoluciónsocial que terminara con la explotación, la esclavitud y los privilegios y levantara otra nueva sociedad inspirada en el Comunismo, la Anarquía y la Fraternidad. En segundo lugar el antimilitarismo. El ejército era la piedra angular del edificio capitalista. Una cuestión a la que dedicó su folleto, el único que escribió, La contribución de sangre publicado en 1901. En tercer lugar el anticlericalismo como quedó patente por los cambios que, durante su mandato municipal, realizó de nombres de calles y escuelas y prohibición de la enseñanza religiosa en las escuelas municipales. Después en la creación de asociaciones librepensadoras y sus denuncias sobre la presión de los religiosos en las cárceles.

A su regreso a Cádiz comenzó a editar El Socialismo que se publicó hasta 1891. No se definió como comunista, seguidor de Kropotkin como era él, o colectivista bakuninista, acogió artículos de los minoritarios marxistas. Buscaba la conjunción de las fuerzas revolucionarias. En él aparecieron textos de Lafargue y Réclus, manifiestos anarcocomunistas y colectivistas, circulares de la FTRE y folletos de Kropotkin. Lo subtituló “periódico anarquista” y pretendió la reorganización del movimiento obrero gaditano y ser instrumento de agitación ideológica.Incluso Antonio Santander, presidente del Círculo de Hierros y, posteriormente, impresor y uno de los creadores delsocialismo gaditano.

Salvochea se adhirió con entusiasmo a la convocatoria de huelga mundial por las ocho horas. Organizó el primer 1º de Mayo celebrado en Cádiz. Intervino en el mitin que cerró la marcha y defendió que fuera acompañada de una huelga general indefinida. Todas estas actividades le hicieron peligroso ante las autoridades. Era un elemento que había que callar.

A fines de abril de 1891 por un artículo publicado en El Socialismo fue detenido. Ya no saldría de la cárcel hasta 1899. En diciembre fue absuelto, pero en marzo de 1892 fue condenado a 2 meses de arresto por desacato al juez. En febrero de 1893 también quedó libre de una acusación de fabricación y posesión de explosivos. Para entonces ya estaba acusado de ser unos de los inductores del llamado “Asalto a Jerez” de enero de 1892. Un motín originado por la entrada, en una de las capitales de latifundismo andaluz, de varios cientos de campesinos que terminó con el ajusticiamiento de cuatro de ellos. Salvochea fue acusado de transmitir las órdenes desde cárcel. El juicio tuvo lugar a fines de noviembre de 1893. Fue condenado a 12 años. De nuevo volvía a los presidios.

En septiembre salió de Cádiz hacia prisión de Valladolid donde el 15 de octubre de 1893 intentó suicidarse. Durante los años siguientes se realizaron diversas gestiones para su indulto y peticiones para que lo trasladaran a El Puerto de Santa María. Sin embargo continuó en prisiones alejadas de Cádiz, en las de Valencia y Burgos. Finalmente, en abril 1899, fue indultado.

A su regreso a la capital gaditana fue recibido por unas 5.000 personas. Restableció sus relaciones con el nuevo obrerismo local. Conoció a valores del anarquismo como el estudiante de medicina Pedro Vallina y al trabajador del astillero Juan. Sus casi dieciocho años encarcelado se convirtieron en una muestra del coste de la acción individual.

Hacia mediados de 1901 Salvochea se trasladó a Madrid donde vivió de sus trabajos en un gimnasio, ejercer de representante de la casa de vinos de Agustín Blázquez y escribir en la prensa burguesa, como El Heraldo, El Progreso, El Liberal y El País, y la ácrata que editaba la familia Urales, como La Revista Blanca y Tierra y Libertad.

Frecuentó el Casino Federal madrileño y a la tertulia “Gente Vieja”, formada por militantes republicanos del Sexenio. Su círculo de amistades lo formaban políticos como Benot, Esquerdo y Pi y Margall, anarquistas como Apolo, Vallina y Francisco Salazar, y literatos como Fernández Shaw y Sawa. Tampoco perdió el contacto con el nuevo movimiento obrero que se estaba gestando y que culminaría con la creación de la CNT. Asistió a alguno de los congresos de la FSORRE y participó en las acciones de los grupos anarquistas del momento. Como las del entierro de Pi y Margall, la huelga de solidaridad con Barcelona, el atentado contra el policía Portas, el verdugo de Montjuich, o el llamado complot de “La Coronación”.

Posiblemente por estas acciones terminó regresando a Cádiz. Aunque la razón oficial fue que lo hizo, a finales de noviembre de 1902, por la enfermedad de su madre. Ahora se incorporó a la comisión pro-Escuela laica, a las tertulias de Justo Tovía y Benito Cuesta y Paúl y Picardo en calle Cristóbal Colón nº 21 y continuó frecuentando el Círculo de Hierros y Metales y el Centro de Extramuros. Incluso, todavía, viviría un último, aunque breve, exilio por un delito de prensa. Posiblemente por una hoja distribuida durante la huelga de panaderos de febrero de 1903.

Salvochea murió el viernes 27 de septiembre de 1907 y fue enterrado el domingo 29 en medio de una gran manifestación y bajo una intensa lluvia. Comenzaba una nueva vida, la de la leyenda y el mito.



Entierro de Fermín Salvochea, ídolo del proletariado andaluz.

El Mito

Rápidamente Salvochea se convirtió en un mito. era uno de los hombres más populares de Andalucía, Los republicanos, que no olvidaban que Salvochea es un militante representativo del anarquismo decimonónico andaluz, fueron los primeros interesados en hacer de él un ídolo. Ramón León Máinez, publicó un artículo en el que exaltó al “glorioso visionario”, “al apóstol vencido”, “al hombre injustamente perseguido, de carácter noble”. Vicente Blasco Ibáñez estuvo entre los que más hicieron para forjar la imagen de Salvochea “apóstol”. Lo dibujó como “un santo laico”, austero, librepensador, querido por todos, en su novela La bodega. El entonces diputado republicano pretendía ayudar, con esa representación, a desplazar al anarquismo del mundo obrero.

También para los anarquistas se convirtió en una leyenda. Frente al retrato de los republicanos apareció el ácrata de su amigo y discípulo, Pedro Vallina. Le mostraban como un “héroe moderno” que luchaba por la causa del pueblo, denunciaba la perversidad de la propiedad, el simulacro de la justicia burguesa, las virtudes del comunismo igualitario y la necesidad de la igualdad económica para establecer la fraternidad entre los hombres.

También lo hizo el alemán Rudolf Rocker. Ambos pusieron el acento tanto en el aspecto humano como en el revolucionario que ligan. Los elementosque configuran el mito y la leyenda de Salvochea se han configurado en torno a la idea de que “era un Quijote de carne y hueso”. Sus casi dieciocho años de prisión eran una muestra del coste de la acción individual. Una acción que impregnó toda su vida y sintetizaba las virtudes del revolucionario.

Otro elemento es su amplia aceptación en diferentes círculos. Sean burgueses, republicanos o anarquistas. El pueblo gaditano lo ha hecho suyo y mira a su figura como un elemento identificativo cuya expresiones son las coplas de carnaval e, incluso, la santería.

Más allá de estas mistificaciones Salvochea es un militante representativo del anarquismo decimonónico andaluz. Cree que el capitalismo no es muy diferente a una sociedad caníbal. De forma más refinada e hipócrita, el capitalista devora al trabajador. Sólo cuando la humanidad sea capaz de comprenderlo las cosas cambiarán. Entonces la acción transcenderá al individuo. Desde esta perspectiva se puede establecer una conexión entre Salvochea y la revolución española del verano de 1936.

Cuando, junto a la oposición al golpe fascista y el cambio de las relaciones de producción también nacieron unas nuevas relaciones personales. La ética del revolucionario es más importante que la definición del modelo de sociedad que pretende crear.

De un tiempo a esta parte, ha surgido una corriente que, considerando muertas y enterradas las ideas ácratas, han comenzado una tímida recuperación de lo que consideran válido de ellas. Fija su atención en hechos, personas y entidades que arriman a su “ascua”. Así ocurre con la figura, la obra y la significación de Salvochea. Unos hacen hincapié en su radical republicanismo federal. Otros destacan su figura de hombre “bueno”, de la persona que se arruinó, la que nunca descargó sus responsabilidades en otros y acompañaba, a pesar de su ateismo, a su madre a la puerta de la iglesia.

Sin embargo, apenas se nombra su militancia anarquista. Que su irreligiosidad es radical, no sólo librepensadora. “Mi religión es practicar el bien” escribió. Que frente a las patrias de campanario, al patrioterismo tan al uso, Salvochea nos habla del internacionalismo, de que el mundo es la patria de los hombres. Que su antimilitarismo no es sólo la oposición a la contribución obligatoria de sangre, tanto teórica como práctica, sino a la existencia de cualquier tipo de ejército. Que su compromiso con el mundo obrero iba mucho más allá de apoyar sus reivindicaciones laborales. En definitiva que es el hombre, en toda su complejidad, quien protagonizará el cambio social. Por eso pudo escribir que si se mirasen al microscopio las joyas que luce la burguesía se verían que, en ellas, están los glóbulos rojos que faltaban en la sangre de los trabajadores.





Alguna bibliografía:

-Brey, Gérard y otros (1987), Un anarchiste entre la légende et l’histoire. Fermin Salvochea, Paris, Presses Universitaires de Vincennes.
-Mariscal Carlos, Eugenio (1997), Fermín Salvochea en las letras del carnaval, Cádiz, Aula del Carnaval.
-Maurice, Jacques (1990), El anarquismo andaluz. Campesinos y sindicalistas (1868-1936), Barcelona, Crítica.
-Puelles, Fernando de (1984), Fermín Salvochea. República y anarquismo, Sevilla, Ed. Autor.
-Vallina, Pedro (1958), Crónica de un revolucionario con trazos de la vida de Fermín Salvochea, París, Ediciones Solidaridad Obrera.

sábado, 13 de junio de 2015

El estallido revolucionario de diciembre de 1933


TRAS LAS ELECCIONES DE NOVIEMBRE

El viernes 8 de diciembre de 1933 celebra su sesión inaugural el Parlamento designado en las elecciones legislativas del 19 de noviembre anterior, cuya segunda vuelta tuvo lugar quince días después. Se trata de las primeras Cortes ordinarias de la Segunda República, ya que las disueltas en el pasado mes de octubre —elegidas a su vez el 28 de junio de 1931— tenían rango y carácter de constituyentes. Existen abismales diferencias en la composición de ambos parlamentos republicanos. Mientras en el primero predominan fuerzas liberales y progresivas —radical-socialistas, Acción Republicana, Esquerra de Cataluña, federales y socialistas—, en el segundo los partidos conservadores —radicales, Lliga Regionalista, agrarios, CEDA y TYRE— ocupan una mayoría de escaños. Aunque los elementos derechistas discrepan en casi todos los puntos esencialmente en la forma de gobierno que debe regir en España —coinciden en una aspiración concreta: deshacer toda la obra positiva, avanzada y socializante, del primer bienio republicano.


En la noche del mismo viernes 8 de diciembre estalla en diversos puntos de la geografía peninsular un amplio movimiento insurreccional desencadenado por la Confederación Nacional del Trabajo. Pese a que las autoridades están advertidas, han declarado el estado de alarma y tomado todas las medidas de precaución que juzgan convenientes, la violencia revolucionaria rebasa sus cálculos. Durante una semana se lucha con extraordinario encarnizamiento en Aragón y la Rioja, así como en lugares aislados de Levante, Cataluña, León, Extremadura y Andalucía. La intentona subversiva guarda estrecha y directa relación con el reciente resultado electoral. Al propugnar la completa abstención proletaria de los comicios, la CNT ha dicho que de triunfar la reacción los trabajadores deben recurrir a la acción revolucionaria. El movimiento que se inicia a las pocas horas de reunirse las segundas Cortes republicanas demuestra que la organización confederal cumple al pie de la letra compromisos, promesas y amenazas. Demuestra también —y es una clara advertencia para todos— que el proletariado español no está dispuesto a consentir cruzado de brazos que el fascismo triunfe sin lucha en nuestro país como ha triunfado ya en Italia y Alemania.

VENTAJAS DERECHISTAS

Cuando en la primera decena de octubre disuelve Alcalá Zamora las Cortes Constituyentes y encarga a Martínez Barrio la convocatoria de nuevas elecciones para el 19 de noviembre, las derechas tradicionales reciben alborozadas la decisión porque creen tener en sus manos todas las bazas de triunfo. No les faltan razones para pensarlo así. En los treinta meses transcurridos desde la caída de la Monarquía, no sólo no se resuelven los muchos problemas pendientes, sino que se agravan. La crisis financiera internacional, iniciada en 1929, con el hundimiento bursátil de Wall Street, repercute con mayor fuerza cada día en la situación interior. Por otro lado, la evasión masiva de capitales, que los gobernantes republicanos no han sabido impedir, y las maniobras reaccionarias paralizando industrias y abandonando cultivos para hacer imposible la vida del nuevo régimen, están a punto de dar los frutos apetecidos por sus patrocinadores.

En dos años y medio se ha hecho poco prácticamente para elevar el nivel de vida de los trabajadores y satisfacer sus más apremiantes necesidades. Tanto en el campo como en las ciudades, el paro forzoso sigue una marcha ininterrumpidamente ascendente y si son ya cerca de setecientos mil los obreros sin trabajo, es muy de temer que pasen del millón en la primavera próxima. La tan prometida reforma agraria —necesidad inaplazable de España al terminar el primer tercio del siglo— continúa siendo un sueño para los campesinos tan hambrientos de pan como de tierras. El excesivo respeto a la juridicidad del gobierno provisional y de los que le siguen —con su lamentable consecuencia de que la conjunción republicano-socialista trate de legalizar la revolución antes de realizarla— ha dejado en pie las estructuras sociales, financieras e incluso administrativas de la Restauración con general desencanto y no escasa indignación por parte de las masas trabajadoras.

Aparte del desgaste sufrido por su permanencia en el poder en una época de ingentes dificultades, los partidos de izquierda cometen el imperdonable error de acudir a las elecciones desunidos e incluso enfrentados. Los socialistas, que al colaborar con los republicanos han tenido que apoyar leyes y medidas que disgustan profundamente a los trabajadores de la UGT, dan por terminada la colaboración y presentan candidaturas propias en casi todas las circunscripciones. Por motivos personales. los radical-socialistas están divididos en múltiples grupos y capillitas; Acción Republicana, los federales y la ORGA carecen de masas de seguidores y de una sólida organización y la Esquerra ha perdido buena parte de la aureola que le permitió triunfar arrolladoramente en Cataluña en 1931. Para colmo de males, la intensa campaña de abstención electoral desencadenada por la CNT restará a todos ellos varios cientos de millares de votos.

Entenebreciendo más aún el panorama, los republicanos conservadores de Maura, los reformistas de Melquiades y los radicales de Lerroux —que son mayoría en el gobierno de Martínez Barrio que preside las elecciones— están violentamente enfrentados con los socialistas y muchos más próximos a la Lliga, los agrarios e incluso a la CEDA que a sus antiguos aliados antidinásticos. En caso de necesidad se aliarán antes con Gil Robles que con Largo Caballero. (En efecto, en varias provincias .se establecen acuerdos secretos entre las huestes lerrouxistas y los candidatos de extrema derecha).

A diferencia de sus adversarios tradicionales, carlistas, monárquicos, agrarios y católicos, establecen una sólida unidad, saltando por encima de sus rencillas y rivalidades. Desde el comienzo mismo de la campaña forman un comité electoral presidido por Martínez de Velasco al que secundan Cid, Royo Villanova, Gil Robles, Sainz Rodríguez, Casanueva y Lamamié de Clairac. Están seguros del apoyo entusiasta de aristócratas, terratenientes, clericales, las oligarquías financieras preponderantes en el país y una masa considerable de la pequeña burguesía. Cuentan con recursos financieros incomparablemente superiores a los izquierdistas, con una organización electoral, basada en el caciquismo rural y con la mayoría de los diarios nacionales o regionales de mayor circulación. Y, como arma decisiva, con el voto femenino que los diputados constituyentes cometieron la ingenuidad de aprobar. Si las mujeres son en todas partes más conservadoras que los hombres, los seis millones de sufragios de las españolas —sobre las que la Iglesia ejerce tan avasalladora influencia— bastarán para alzar un dique insuperable a todas las aspiraciones liberales y revolucionarias.


TRES ACONTECIMIENTOS

En las breves semanas que dura la campaña electoral de 1933, se producen tres acontecimientos de distinta índole que habrán de tener influencia considerable en el futuro inmediato de la política española. Cronológicamente el primero de estos hechos es el acto fundacional de Falange Española, que si no es el partido fascista más antiguo de España; sí será el que alcance mayor importancia en años sucesivos. Se trata de un mitin celebrado en el Teatro de la Comedia de Madrid el domingo 29 de octubre, en el que hablan José Antonio Primo de Rivera, Julio Ruiz de Alda y el profesor García Valdecasas, y en que el primero de ellos hace la exaltación de «la dialéctica de los puños y las pistolas».

Cinco días más tarde, el 3 de noviembre, se fuga de la cárcel de Alcalá de Henares, donde se encuentra recluido, el famoso millonario mallorquín Juan March y Ordinas. Tan célebre por sus caudales, como por la índole especial de sus actividades y las leyendas forjadas en su torno, March es una figura discutible y polémica. Diputado republicano por Baleares, afecto al Partido Radical, las Constituyentes le expulsan de su seno, declarando públicamente su incompatibilidad moral con el conocido hombre de negocios. Procesado por motivos que no se explican suficientemente, lleva vente meses preso cuando abandona su encierro con la complicidad de algunos oficiales de prisiones. Sospechando que su fuga haya sido facilitada por determinados políticos lerrouxistas, el ministro de Justicia, Botella Asensi, presenta la dimisión y sólo a ruegos de Martínez Barrio consiente en continuar en el cargo hasta después del día 19. (Con su habilidad y su dinero, March es un elemento peligroso. En una ocasión Jaime Carner, ministro de Hacienda en el segundo gobierno de Azaña, ha dicho que «o la República termina con March, o March termina con la República». Como la República no termina con él, será March dentro de unos años —1936— quien contribuya en no escasa medida a la muerte de la República).

Cuarenta y ocho horas después, el domingo 5 de noviembre de 1933, se aprueba por aplastante mayoría el anteproyecto de Estatuto vasco. El artículo 12 de la Constitución de 1931 dispone en su apartado B) que una vez propuesto el Estatuto por la mayoría de los ayuntamientos de una región «lo acepten, por los procedimientos que señala la Ley Electoral, por lo menos las dos terceras partes de los electores inscritos en el censo de la región». El trámite se cumple satisfactoriamente en las provincias de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya, donde los votos favorables superan con creces el tanto por ciento exigido. El éxito se celebra con grandes manifestaciones de alegría en todas las poblaciones importantes de Euskadi. Hablando a una de estas manifestaciones, el presidente de la diputación de Vizcaya dice entre otras cosas:

—El País Vasco; haciendo honor a sus tradiciones y a su historia, ha colocado su potente política en un plano de libertad y justicia que hará imperecedera la República. Álava, Vizcaya y Guipúzcoa se han fundido en un abrazo perpetuo con la España republicana. Pronto vendrá a unirse con nosotros la hermana Navarra, estimulada por el triunfo que representa el actual plebiscito.

(Al Estatuto, plebiscitariamente aprobado el 5 de noviembre de 1933, niegan su conformidad las Cortes del segundo bienio republicano. Esa negativa, contraria a los deseos de la mayoría de su población, influirá decisivamente en la determinación vasca de colocarse en julio del 36 al lado de la República y luchar por su supervivencia. Sancionado por el tercer Parlamento republicano en su reunión del 1 de octubre de 1936 en Madrid y abolido por el franquismo en 1937, luego de su conquista de Bilbao, seguirá siendo factor determinante en la política y la vida vascongadas cuarenta años después).

LA DERROTA DE LAS IZQUIERDAS

La jornada electoral del 19 de noviembre transcurre con absoluta tranquilidad en todo el país, igual que sucedió el 12 de abril y el 28 de junio de 1931, y lo mismo que ocurrirá el 16 de febrero de 1936 e incluso el 15 de junio de 1977. (Por encendidas que estén las pasiones y trascendental que sea la decisión que se espera de las urnas, el pueblo español mantiene una impresionante serenidad el día mismo de los comicios, que siempre transcurren en España sin alborotos, pendencias ni graves desórdenes). La gente, que acude en gran número a los colegios ante los que forma extensas colas, espera con calma a depositar su voto y regresa tranquilamente a su domicilio. Las mujeres, que ejercen por vez primera su derecho al sufragio, votan en proporción muy similar a los hombres.

Como se esperaba de antemano, el escrutinio señala un considerable desplazamiento hacia la derecha del sufragio. La tendencia que ya denuncian los primeros resultados, se consolida y acentúa a medida que avanza la noche del domingo y en la mañana del lunes la impresión es desoladora para las fuerzas izquierdistas. Las derechas vencen en una mayoría de provincias y circunscripciones, duplicando, triplicando e incluso cuadruplicando los escaños que ocupaban en las Constituyentes. Con excepción de la Esquerra catalana —que conserva 24 diputados de los 36 que tuvo en el anterior Congreso— los partidos republicanos de izquierda desaparecen prácticamente, mientras los socialistas ven reducida a la mitad su representación parlamentaria. Aunque mejoran ligeramente sus posiciones los radicales de Lerroux y los conservadores de Miguel Maura, sus ganancias no admiten comparación con las conseguidas por la CEDA —que será la minoría más numerosa en las nuevas Cortes— los agrarios, la Lliga, los carlistas y Renovación Española.

Aunque en la primera vuelta quedan sin dilucidar 95 escaños que habrán de ser cubiertos en la segunda, sus resultados no pueden hacer en ningún caso que las izquierdas alcancen la mayoría. De los 307 diputados elegidos el 19 de noviembre, 149 corresponden a las derechas, 101 al centro y sólo 57 a la izquierda; Pese a no existir desproporción apreciable entre los votos de unos y otros —los 8.711.160 sufragios emitidos se reparten entre 3.500.000 para la derecha, otros 3.500.000 para la izquierda y 1.700.000 para el centro— la multiplicación de candidaturas de izquierdistas —en Madrid, concretamente, frente a la del bloque unido contrarrevolucionario se presentan una de radicales, otra de republicanos de izquierda, una tercera socialista y una cuarta comunista—, hacen que se desaprovechen gran cantidad de votos y desnivelen la balanza en favor de las fuerzas reaccionarias. Más equilibrados son los resultados de la segunda vuelta, celebrada el 3 de diciembre, que señala un renacer del espíritu republicano con el triunfo de 31 diputados izquierdistas y 30 del centro frente a sólo 33 de derechas.

Con todo, los 465 escaños del Congreso se reparten en forma harto desigual entre los tres bloques o tendencias políticas de la nación: 217 para .la derecha, 156 para el centro y 99 para la izquierda. Para poder gobernar con desembarazo en un régimen parlamentario se necesitan la mitad más uno de los diputados que integran la Cámara. Como nadie alcanza los 233 votos precisos en las primeras Cortes ordinarias de la República, habrá que buscar la coalición entre dos de los tres bloques en que se dividen los representantes populares o recurrir a un gobierno minoritario que cuente con el apoyo condicionado y transitorio de una mayoría. Pero las coaliciones entre grupos que discrepan en todo lo fundamental son tan inestables como los gobiernos minoritarios que se sostienen en pie gracias a la tolerancia de sus adversarios. Esto basta por sí solo para explicar la larga serie de ministerios que se suceden durante el segundo bienio republicano y su completa esterilidad.


«FRENTE A LAS URNAS, LA REVOLUCION»

Aunque en las elecciones de noviembre de 1933 acuden a las urnas más de ocho millones de votantes, quedan otros cuatro millones de personas .que por las razones que sean no ejercen su derecho al voto. Está abstención que se cifra en el 32,6 por 100 de los inscritos en el censo, es superior a la del 28 de junio de 1931 y muy superior a la del 16 de febrero de 1936. Examinando las provincias y circunscripciones en que la abstención alcanza sus cotas más altas —Cádiz, 62,73 por 100; Sevilla, 50,16; Málaga, 49,37 e incluso Barcelona, 39,85— que son precisamente aquellas en que mayor influencia ejerce la Confederación Nacional del Trabajo, no cabe dudar que los sufragios no emitidos hubieran sido en su mayoría para las izquierdas y que su alejamiento de las urnas se debe en buena parte a la campaña abstencionista desarrollada durante el período electoral por la organización confederal.

De perfecto acuerdo con sus postulados doctrinales, el anarcosindicalismo español no ha presentado jamás un solo candidato en las elecciones municipales, provinciales o legislativas. Tanto en su Congreso constitutivo celebrado en Barcelona en 1910, como en los de la Comedia en 1919 o el del Conservatorio en 1931, la CNT afirma en todo momento que la emancipación de los trabajadores ha de ser obra de los trabajadores mismos y no regalo generoso y paternalista de ningún político profesional llámese como se llame. El movimiento libertario hispano, igual que la totalidad del socialismo antiautoritario desde los tiempos de la Primera Internacional, considera que la acción directa es el medio más adecuado para la consecución de sus ideales y no cree que los diputados obreros que se sientan en los parlamentos burgueses puedan redimir a los trabajadores —cosa que no ha sucedido hasta ahora en ningún país— y estima mucho más fácil —conforme ha sucedido en muchos lugares— que acaben dejándose ganar por el halago de las instituciones capitalistas que aspiran a destruir. La dolorosa experiencia de las persecuciones sufridas desde 1931, la ratifica en su postura abstencionista ante las elecciones de noviembre.

El 20 de octubre de 1933 se celebra en Madrid un pleno nacional de regionales para adoptar decisiones con respecto a la situación nacional. En dicho pleno se toma por unanimidad el acuerdo de intensificar la campaña antielectoral por todos los medios a su alcance, con plena responsabilidad de que «al emprender esta campaña abstencionista contraemos una tremenda responsabilidad ante el proletariado español», añadiendo que «si triunfasen las derechas fascistas y por esa u otras razones el pueblo se revela, la Confederación Nacional del Trabajo tiene el deber de impulsar este deseo popular en ordena forjar de verdad su objetivo de comunismo libertario. Bastará que una regional desencadene la acción para que toda la organización tome parte en ella; esto quiere decir que en cuanto una regional se levante, inmediatamente, sin esperar más órdenes, las demás deben secundarla».

De conformidad con este acuerdo del Pleno de Regionales en las cuatro semanas siguientes la CNT desarrolla en periódicos, conferencias, asambleas y mítines una intensa campaña, interna y externa recomendando a los trabajadores que no acudan a las urnas. Culminación de la campaña es un gigantesco mitin en la plaza de toros Monumental de Barcelona en el que hablan Benito Pabón, Domingo Germinal, Buenaventura Durruti y Valeriano Orobón Fernández, que ante más de 100.000 trabajadores que llenan el coso y se agolpan en las calles vecinas glosan la consigna «Frente a las urnas, la revolución social ». Sabiendo de sobra cuál será la respuesta de sus oyentes, Durruti pregunta:

—Trabajadores, la última vez habéis votado a la República. ¿La hubieseis votado de saber que esa misma República encarcelaría en poco más de dos años a nueve mil obreros?

—La revolución de los republicanos ha fracasado —dice por su parte Orobón Fernández— y ahora tenemos en puerta una contrarrevolución fascista. ¿Recordáis lo que sucedió en Alemania? Socialistas y comunistas sabían lo que Hitler se proponía, pero pensaron que podrían detenerle sólo con las urnas. Se limitaron a votar y esa fue su sentencia de muerte. ¿Qué está pasando ahora mismo en Austria, orgullo de la socialdemocracia? Allí los socialdemócratas tenían el 45 por 100 de los votos; esperaban lograr un 6 por ciento más en las últimas elecciones, seguro de que eso les conduciría al poder. Pero se olvidaron de un hecho fundamental: que aun saliéndoles bien las cuentas, al día siguiente del triunfo electoral, tendrían que salir a la calle a combatir en defensa de su victoria, porque ni en Austria ni en ningún sitio el capitalismo se deja quitar el poder de una manera pacífica.

La campaña abstencionista de la CNT tiene un éxito completo. Más de un millón de sus afiliados o simpatizantes que votaron en 1931 ilusionados y esperanzados por la República y que volverán a hacerlo en 1936 para conseguir una amnistía que ponga en la calle a los treinta mil obreros encerrados por los gobernantes del bienio negro, no participan en los comicios. Su abstención facilita el triunfo reaccionario en buen número de circunscripciones. Aunque la derrota izquierdista no puede serles imputada exclusivamente —a ella contribuyen poderosamente la suicida división de republicanos y socialistas, la concesión del voto a la mujer y la política represiva de Maura y Casares desde el Ministerio de la Gobernación— la organización confederal se cree obligada a poner de su parte cuanto pueda para cerrar el paso al avance de la reacción y del fascismo. Considera que ha contraído un grave compromiso con los trabajadores a los que aconsejó la abstención y quiere hacer honor inmediatamente a la palabra empeñada.

El 26 de noviembre se celebra en Madrid un nuevo pleno de regionales de la Confederación. En el pleno se discute tanto la necesidad de desencadenar un movimiento insurreccional como sus posibilidades de éxito. Si en lo primero, en que la violencia revolucionaria es el único medio de combatir el fascismo, están conformes todos los reunidos, hay ligeras discrepancias acerca del momento en que debe comenzar y los preparativos que hay que realizar antes de lanzarse a la lucha armada. No faltan optimistas que estiman que dado el triunfo derechista en las elecciones y el tono resuelto adoptado en la propaganda electoral por Largo Caballero y el ala izquierda del socialismo, los trabajadores de la UGT se sumarán en masa y sin vacilaciones a la proyectada intentona; otros niegan esta posibilidad y, como la regional asturiana, abogan por una preparación más larga y cuidadosa. Aunque Andalucía alega que dada la represión que sufre a lo largo de todo el año, con sus locales cerrados y sus militantes presos, no podrá prestar gran ayuda al movimiento en perspectiva, Aragón, Levante, Galicia y Centro, regionales a las que con ciertas reservas y divisiones entre sus delegados se suma Cataluña, consiguen imponer su criterio de emprender sin tardanza una acción que impida y corte el avance fascista.

Inmediatamente se nombra un Comité Revolucionario que habrá de fijar su residencia en Zaragoza, en el que forman entre otros Cipriano Mera, Buenaventura Durruti, Antonio Ejarque y el doctor Isaac Puente, que ultima con toda rapidez los preparativos de un alzamiento que tendrá que iniciarse tan sólo catorce días después.


EL MOVIMIENTO DE DICIEMBRE

Apenas terminada la sesión de Cortes en que es elegido presidente del Congreso el ex ministro monárquico don Santiago Alba, el Gobierno Martínez Barrio —que días atrás ha declarado el Estado de Prevención— declara en toda España el Estado de Alarma. Casi simultáneamente se producen los primeros chispazos del movimiento insurreccional más intenso y extenso de cuantos hasta estos momentos ha conocido nuestro país. De acuerdo con los proyectos del Comité Revolucionario el peso principal de la lucha ha de recaer sobre la regional de Aragón, Rioja y Navarra —que es la que se considera mejor preparada— secundada por una huelga general en el resto del país, con corte de comunicaciones y dominio de las poblaciones en que sea posible. Antes de medianoche del 8 de diciembre se producen en diversos puntos de la geografía peninsular voladuras de líneas férreas, telefónicas y telegráficas, ataques a los cuarteles de la guardia civil e intensos tiroteos en distintas ciudades.

Aunque en Barcelona se lucha con encarnizamiento durante toda la noche en la barriada de Coll Blanch, los trabajadores llegan a adueñarse de Hospitalet y el Prat de Llobregat y al día siguiente paran todas las industrias y se suceden las acciones violentas por espacio de una semana; pese a que en Levante los trabajadores revolucionarios se apoderan de una docena de pueblos; a que en Madrid hay varios muertos en enfrentamientos con la fuerza pública y que se producen numerosos paros; a que hay numerosas huelgas en Galicia, Asturias, León y Andalucía, el foco principal de la contienda se centra en Aragón y La Rioja.

Tanto en las provincias de Zaragoza, Huesca y Teruel como en la de Logroño, los revolucionarios se adueñan de extensas zonas en las que proclaman el comunismo libertario. Entre otros pueblos los campesinos dominan por espacio de varios días en Briones, Fuenmayor, Ceniceros, Arnedo, La Bastida y San Asensio en La Rioja, y en Valderrobles, Mas de las Matas, Beceite, Calanda, Alcoriza, Alcalá de Gurrea, Daroca, Albalate del Cinca y Alcampel en Aragón.


Como consecuencia, la voladura de líneas férreas para interceptar las comunicaciones, se producen dos descarrilamientos, uno en Aragón y otro en Valencia, este último con numerosas víctimas. Aparte de Aragón, Rioja y Levante, se originan hechos de gravedad en diferentes comarcas y regiones. En febrero, en la cuenca minera leonesa, los obreros son dueños de la situación hasta que fuerzas del ejército les obligan a refugiarse en las montañas. En Bujalance, en la provincia de Córdoba, se lucha durante toda una jornada, produciéndose después una dura represión. En Villanueva de la Serena, Badajoz, el sargento Pío Sopena, al frente de una docena de hombres se adueña de la caja de reclutamiento de la localidad y resiste durante dos días todas las intimidaciones de rendición, muriendo al cabo en unión de sus compañeros al ser destruido el edificio por un bombardeo de cañones y morteros.

Finalmente, el movimiento insurreccional fracasa, como han fracasado en España la totalidad de las intentonas revolucionarias de izquierdas y derechas, de monárquicos y republicanos. El de diciembre de 1933 falla por falta de armamento y preparación, por la premura y precipitación en lanzarse a la lucha sin contar con elementos suficientes para sostenerla, por no haberse escogido el momento adecuado y por no conseguir arrastrar al mismo como se esperaba a las organizaciones ugetistas. No obstante, reviste tales caracteres que el propio ministro de la Guerra, Iranzo, tiene que declarar el 13 de diciembre: «El movimiento ha sido duro e intenso en proporciones tales que da lugar a reflexionar porque no se comprende la cantidad de elementos destructores que se han reunido y el número y extensión de los hombres movilizados». La semana de lucha arroja un saldo doloroso de 87 muertos, unos centenares de heridos y más de un millar de detenidos, muchos de los cuales continuarán en prisión hasta la amnistía que sigue a la victoria del Frente Popular en el mes de febrero de 1936.

UN ARMA DE DOBLE FILO

El movimiento revolucionario de diciembre es consecuencia directa del triunfo derechista en las elecciones de noviembre del 33, debido en parte a la abstención electoral preconizada por la CNT. En meses y en años sucesivos se discutirá mucho en torno a la abstención y sus consecuencias. Para una mayoría se trata de un arma de doble filo, peligrosa de manejar en todo momento y sólo útil en determinados momentos. ¿Dio los frutos apetecidos por quiénes la defendieron en España a finales de 1933? Tres meses después, luego del aplastamiento en las calles de Viena de la socialdemocracia austriaca, escribía Orobón Fernández en un artículo publicado en La Tierra:

«Mucho se ha dicho y escrito, muy superficialmente por cierto, contra el abstencionismo electoral de la Confederación, cuya eficacia está resultando infinitamente superior a la elección de cien diputados obreros, ya que ha abierto un proceso revolucionario de grandes perspectivas para el proletariado español. Sin esta abstención denunciadora oportuna del volumen de la reacción y de la inanidad del sufragio para combatirla, el fascismo latente se nos hubiese colado un día de rondón por la puerta grande de la "legalidad democrática", bien pertrechado frente a una clase obrera sorprendida, fraccionada y en parte entretenida en hacer reclamaciones inocentes al censo electoral. De esta manera hemos atacado al fascio en su periodo de incubación. Y tras nuestra actitud, de sabotaje desintegrante en un terreno y de contundencia combativa en otro, se ha comprendido la gravedad de la situación, ha sonado la voz de alarma en todo el campo obrero y, lo que es más importante, se ha comenzado a hablar con seriedad de frente único, alianza o unidad revolucionarios.»

El mismo Valeriano Orobón Femández, una de las figuras revolucionarias de mayor rango intelectual, muerto desgraciadamente a comienzos de 1936, decía aquellos días de la primavera de 1934 hablando conmigo sobre este mismo tema:

—¿Te das cuenta ahora del acierto de nuestra postura de noviembre y sus resultados? De triunfar electoralmente las izquierdas burguesas, el Partido Socialista seguiría aliado con ellas, oponiéndose a las aspiraciones revolucionarías de los trabajadores. Como han vencido las derechas, tiene que unirse fatalmente al resto del proletariado en lucha contra el capitalismo, si no quiere sufrir la misma suerte que la socialdemocracia alemana o austriaca. Incluso es posible, probable mejor, que amplios sectores de la burguesía liberal, que desde el poder no acertaban a calibrar toda la gravedad de la amenaza fascista, la comprendan ahora y formen al lado de los obreros en vez de combatirlos a sangre y fuego, en defensa de una oligarquía que utiliza sus servicios cuando le conviene, pero que los paga con la cárcel o el paredón en el momento en que puede prescindir de ellos.

(Nº 37 / Diciembre 1977)